Existe una fotografía de la Rompida de Calanda que data de 1973 y Juan Herrero guarda siempre cerca de él como una especie de tesoro. En ella, el calandino aparece tocando con la misma ilusión de siempre justo delante del bombo grande de su pueblo el día de su inauguración. Ahora, 50 años después, esta vez tendrá que situarse en ese mismo lugar como Rompedor, uno de los cargos más importantes de toda la Semana Santa calandina. «Es en lo primero que pensé cuando me lo dijeron: en mi yo de joven tocando justo ahí. Poder romper la Hora es algo con lo que cualquier calandino sueña», expresa emocionado.
Herrero lleva toda su vida dentro de la cofradía de Jesús de Nazareno. Quienes más lo conocen lo definen como «alguien que vive por y para estos días». Con tan solo 21 años entró en la junta directiva y desde entonces ha pasado por todos los puestos, incluyendo el de presidente, cargo que asumió en el año 2007 y que todavía ejerce a día de hoy.
Cuando piensa en todos estos años realiza un parón especial en 2014. Fue entonces cuando recibió el Tambor Noble, título honorífico concedido por la Ruta del Tambor y del Bombo que se concede cada año a propuesta del municipio que por turno organiza las Jornadas de Convivencia. «En ese momento creí que estaba tocando el cielo con las manos. Creo que este año volveré a sentir lo mismo en la Rompida, pero prefiero no adelantarme hasta ese día», afirma Herrero.
La misma espera realiza la actriz y directora de cine barcelonesa Eulalia Ramón, quien será su compañera como Rompedora invitada. Ha sido elegida para ello por su faceta artística ligada al mundo de lo audiovisual y como homenaje a su marido ya fallecido, el cineasta Carlos Saura, quien también rompió la Hora en Calanda hace quince años atrás, en 2008. «Será un honor poder hacerlo y sobre todo poder dedicárselo a Carlos. Estoy muy emocionada», expresa Ramón.
Ha pasado poco más de un mes desde que los mismos tambores de los que el cineasta aragonés, íntimo amigo del calandino Luis Buñuel, se enamoró hace décadas, estuvieron presentes en su capilla ardiente en la Academia de Cine de Madrid para decirle adiós. Allí, tras la entrada de Eulalia y de sus hijos, diez tamborileros de Calanda rompieron el silencio y redoblaron en su honor, entre ellos, Juan Herrero. «El alcalde contactó con nosotros el domingo y el lunes a primera hora estábamos todos listos para viajar hasta Madrid. Teníamos que estar allí», explica Herrero. El calandino vivió esa despedida con su bombo justo detrás de Eulalia, otro lugar igual de importante que el de la foto que conserva desde 1973.
Ahora ambos volverán a encontrarse en la tierra que vio nacer a Buñuel, justo donde se encuentra aquello que tanto les une: el mismo bombo que ha visto crecer a Juan Herrero y en el que también dejó su huella en 2008 el gran amor de la actriz.