Víctor Guíu forma parte de la junta directiva del Centro de Estudios del Bajo Martín, entidad que el próximo martes recibirá uno de los Premios Búho por su «su generosa tarea de recuperación de la identidad, costumbres y tejido cultural de esa comarca turolense». Con motivo de ello, habla de la trayectoria del centro y la necesidad de encontrar relevo generacional para que este siga existiendo
¿Qué supone recibe este premio para el centro?
Estamos encantados de recibir un premio como este. Llevamos 25 años trabajando en temas relacionados como el patrimonio y la cultura de nuestra comarca, que es pequeña y en ciertos aspectos poco conocida, por lo que para nosotros cualquier reconocimiento siempre es un logro más. Además, este en concreto es un premio que se empezó a entregar en los años 90. Es una larga trayectoria que ha conseguido que sea querido por quien lo recibe, por lo que tiene un bagaje doblemente especial.
¿Cómo ha evolucionado el centro desde sus primeros días hasta la actualidad?
A quienes empezamos con esta idea se han ido uniendo otras tantas personas de otros pueblos que se han interesado por el proyecto, y eso mismo es lo que ha permitido que el centro crezca y evolucione. Hemos hecho de todo y ahora el cambio fundamental es que este ya es un centro maduro y consolidado. Y esto es así gracias a ese primer núcleo de personas de los primeros días, que son quienes todavía sostienen la actividad principal en la actualidad. El problema es que muchos de ellos ya tienen su edad y empieza a surgir la pregunta en torno al relevo generacional y quién seguirá con todo esto. Es una situación por la que están pasando un gran número de asociaciones en los pueblos. Ojalá vinieran mañana mismo 10 chavales jóvenes que quisieran involucrarse en la cultura y el patrimonio de nuestra comarca.
¿Han tomado medidas para alcanzar ese relevo generacional?
Actualmente estamos trabajando junto al instituto para que dentro de determinadas unidades didácticas los profesores incluyan temas relacionados con la comarca. Creemos que solo conociéndola desde tempranas edades se puede despertar ese interés para que en un futuro sean ellos quienes se involucren en preservarla.
¿Es este uno de sus principales retos a afrontar?
Estamos trabajando para consolidar todavía más nuestra actividad principal, que son las jornadas de patrimonio, el Festifal y las diversas publicaciones. Pero podría decirse que sí, nuestro principal reto es saber quién seguirá con todo el trabajo conseguido hasta ahora. Debemos idear qué más podemos hacer o qué podemos cambiar para asegurar ese relevo.
¿Existe algún sector en concreto donde el trabajo del centro haya generado una mayor repercusión ?
Más que generar una repercusión directa únicamente en un sector creo que el centro es clave para conocer toda la comarca. Desde que se constituyó ha servido para crear redes entre lugares y vecinos de todos los pueblos del Bajo Martín. Siempre se ha intentado crear un espacio para todas aquellas personas que tengan un interés por temas culturales o de patrimonio. Y gracias a eso mismo todos tienen la oportunidad de conocer las costumbres e historia de cada municipio de forma más completa. Es lo que hay que luchar por mantener, especialmente en nuestras zonas, donde tanto se habla de despoblación. Esas redes humanas es lo único que se mantiene al final, y a lo que yo me agarro por encima de cualquier otra cosa.
¿Qué balance realiza sobre las últimas Jornadas de Patrimonio impulsadas por el centro?
Siempre son unos encuentros positivos en los que surgen un montón de intercambios de ideas y proyectos. De hecho, a raíz del conocimiento de personas que estaban trabajando el patrimonio industrial-que fue la temática de este año- conseguimos una réplica una imprenta del estilo Gutenberg del siglo quince y ahora, José Ángel Guimera, presidente actual del centro, ya ha localizado un material que necesitaba para el documental que está grabando este año. De eso se trata.
¿Qué supuso para los integrantes del centro recuperar la actividad de la ermita sinagoga de Híjar 14 años después?
Para nosotros fue una gozada. En nuestra carta de presentación en el 98 ya hablábamos de San Antón y la sinagoga. La pena es que se haya tardado tanto. Ojalá se nos hubiera escuchado antes. Pero lo importante ahora es que esté más o menos entera y que se pueda seguir investigando.
Esto de la dinamización cultural siempre te ha ido, y no está mal es más es una labor encomiable.Pero en esta tierra más que cultura que la hay y habido hace falta lo de siempre salir del olvido histórico por parte de Aragon y Madrid.
Tenéis que dejar paso ya a gente con ideas nuevas, lleváis toda la vida en este cado, y estáis entorpeciendo la regeneración, además como ya hemos hablado se esta mal enfocando el sublime legado de la Semana Santa, que realmente es el motor de la zona, comprometiéndolo por actores de tercera como la Sinagoga, pasando a ser un monumento más que ha comprometido él ámbito dinamizador que tenia la ermita de San Antón con la relación intra personal de los habitantes del barrio de San Antón, pasando a estar exiliados en un garaje, fuera de la grandeza De la Iglesia de San Antón, historia viva de los tiempos y las entes De la Villa de Hijar.
Si hablara… mejor me muerdo la lengua…
Aun recuerdo con el espíritu limpio que empezó y como se ha politizado en los ultimos 20 años, no recomiendo a nadie entrar.