El Instituto de Estudios Humanísticos (IEH), que en la anterior legislatura se quedó sin financiación del Ayuntamiento de Alcañiz en favor del nuevo Instituto de Humanidades y Patrimonio de la UNED, ha vuelto este jueves a la actividad pública con la conferencia ‘De Alcañiz a Italia: los peligros de aquellos viajes del Renacimiento’ en el Teatro.
A la charla le precedió la recepción oficial por parte del Consistorio de la Medalla de Oro y Cuadro de Reconocimiento de la Ciudad de Lebrija al Instituto de Estudios Humanísticos que se concedió en marzo en el contexto del V Centenario de la Muerte de Nebrija. Ese reconocimiento estuvo envuelto en polémica porque no acudió ningún miembro del equipo de gobierno, sí del PP y Teruel Existe, porque se apostaba por el instituto de la UNED. «Hoy (por ayer) vuelvo a mi casa y la medalla de oro se queda en la ciudad, que a quien se la concedió», destacó el director del IEH, el catedrático e investigador José María Maestre.
Su conferencia ha formado parte de las actividades de inicio de curso del Instituto de Estudios Turolenses, entidad auspiciada por la Diputación de Teruel que tiene como objetivo ser un motor para impulsar y ampliar la difusión de la cultura de la provincia.
El catedrático e investigador Maestre ha ofrecido en el Teatro una ponencia en la que dio a conocer nuevos datos sobre la importancia de la vinculación de Alcañiz con Italia y, en especial, con el Colegio Vives de Bolonia para la conformación y proyección internacional del círculo humanístico alcañizano. Andrés Vives creó en la ciudad italiana un centro educativo solo para alcañizanos junto a otro que concedía siete becas por las que luchaban los estudiosos españoles.
La creación del colegio Vives comportó en el siglo XVI un trasiego continuo de alcañizanos que hacían las maletas para irse a Italia. Las becas de Vives fueron las precursoras de los Erasmus actuales y generaron numerosos y arriesgados peligros a los que se enfrentaron aquellos estudiosos del Renacimiento en sus viajes de ida y vuelta a través del Mediterráneo. «Los viajes eran una auténtica pesadilla. La primera preocupación era cómo lo hacían, porque España y Francia estaban en guerra; y el barco suponía enfrentarse a las tormentas o a los piratas», explicó ayer Maestre, quien ha recopilado una selección de peripecias de aquellos alcañizanos. Una de ellas es la del escritor Bernardino Gómez Miedes, quien perdió un manuscrito en un viaje de vuelta.