La alcañizana Ángela Andreu domina la técnica del esmalte de la que ha hecho una de sus señas de identidad y con la que más reconocimientos ha recibido. A lo largo de su carrera son unos cuantos, así como exposiciones que se cuentan por individuales y colectivas en ciudades y poblaciones españolas y también en el extranjero en países como Estados Unidos o Alemania. La primera la hizo en 1970 y desde entonces siempre está en activo. Realmente, lo está desde niña porque el recuerdo que tiene de sí misma es de dibujar desde bien pequeña en su Alcañiz natal. «Las pintoras siempre llevamos algo entre manos, yo al menos trato de estar activa, nunca dejo el pincel», dice risueña.
Toca más palos, como óleo, acuarela y el mencionado esmalte al fuego con acrílicos de pintura que ella adapta. También hace grabado con el grupo del Círculo Artístico Sant Lluc, que es con quienes va realizando más exposiciones colectivas. «Nos juntamos hace tiempo y hemos ido exponiendo en varios sitios y a veces se dan intercambios como en Madrid, donde expusimos en la Escuela de Bellas Artes y luego el grupo de allí vino a Barcelona», explica. Vive en la Ciudad Condal desde hace años, allí se formó artísticamente y es donde entró en contacto con el esmalte. «Yo venía de hacer óleo fundamentalmente y visité algunos talleres donde lo hacían y me encantó porque, además de lo que tú puedas aportar, a la hora de cocerlo te da muchas sorpresas ya solo en el color», apunta.
Suele trabajar tamaño grande, lo que implica hacer las obras por piezas al tamaño del horno y que luego monta sobre acrílicos o tierras en la base. «Es el mismo procedimiento que se sigue en los murales de cerámica, que también se montan por piezas», dice. Trabaja en casa, en un estudio con luz natural todo el día en el que se instaló un horno. Es solo apto para esmaltes porque la cerámica y el barro, que también los trabaja pero para su realización personal, precisan de una cocción lenta. «El esmalte está compuesto de sílices con óxidos metálicos y al cocerse entre 800 y 1.000 grados se transforma y quedan cosas muy bonitas. La cocción es inmediata, la pieza tiene que estar un minuto y sacarla incluso con guantes especiales».
Alcañiz está en su origen y en su presente. Tras esa primera exposición en el 70, llegaron muchas más. Ella era una de las artistas que integraba grupo con Colado, los hermanos Boira, Trullenque o Enrique Martínez, su antecesor en EncontrARTE. «Exponíamos en fiestas y luego nos movíamos en bus con San Nicolás por otros pueblos, eran tiempos muy buenos», ríe.
No ha perdido la conexión con su tierra y sus visitas son frecuentes. Las reparte entre Alcañiz y Alcorisa, el pueblo de su marido, y es aquí donde expondrá próximamente. Para este momento tiene previstas varias acuarelas con alusiones locales. También en Mas de las Matas mostró sus obras en acuarela en una ocasión y una se quedó allí, ya que la adquirieron para el museo.
Mientras tanto, prepara otra exposición para octubre en Barcelona. Será en el ‘Els 4Gats’ (Els Quatre Gats), un bar-restaurante de aire modernista, patrimonio cultural barcelonés que fue lugar de reunión de artistas. Picasso hizo su primera exposición individual además de la imagen de la carta. Es fácil ver el establecimiento en libros y algunas películas.
La música, puntal fundamental
Desarrolló su vena artística en el dibujo y en la música a la vez. «Estudiaba con las monjas de Santa Ana y les dijeron a mis padres que tenía talento musical y con 7 años empecé con el piano e hice la carrera», explica. Al mismo tiempo pintaba y con 12 años ya hizo su primer cuadro.
Los pinceles le daban más libertad y mayor realización, por lo que se decantó por ello pero el piano sigue presente para «puro deleite». Acude al Liceo siempre que puede con amigas, así como a exposiciones. «Siempre tienes que inspirarte con algo que te llene el espíritu y ahí está la música, es fundamental para mí», concluye.