Así de sonriente se muestra con su cachirulo anudado a la cabeza. Y es que fue la jota su vía de entrada a la música cuando algo le llamó la atención de tal forma en un festival que, sentado entre el público, decidió que él también quería tocar así de bien. José Dionisio Marqués Velilla (Torrevelilla, 1953) recuerda ese instante como el momento en el que pasó a «tomarse muy en serio» lo que había vivido desde siempre criado por un padre y una madre diestros en las artes musicales.
En su casa siempre hubo instrumentos de cuerda y, aunque le acompañan «desde crío» no fue hasta ya «bien mayorcico» cuando no se puso manos a la obra. El refrán se cumple en su caso porque «nunca es tarde si la dicha es buena» y él empezó y ya no soltó ni guitarras, ni dulzainas ni lo que sea necesario. «Hombre, todo, todo, no, aunque me defiendo con varios instrumentos pero es que una cosa te lleva a otra y al final, el armario de casa parece una tienda de música», ríe. «Yo ‘toquitineaba’ la guitarra pero ya tendría 40 años cuando decidí ponerme en serio y hasta hoy, que es cuando más lo estoy disfrutando de jubilado», añade. Él, que sabía tocar «de cifras y con todos los vicios del mundo», aprendió solfeo y empezó a meterse con los instrumentos que le apetecía. Uno de los últimos fue el bajo eléctrico. «En la escuela municipal de música de Zaragoza estaba yo entre toda la juventud», dice.
Se sigue moviendo por inquietud y eso le ha llevado a ponerse ahora con la sonorización de eventos. En casa se ha montado un «modesto y pequeño» estudio en el que va indagando. «Me sirve para hacer mis experimentos, para proyectos serios hay que ir a profesionales que los hay muy buenos en el territorio», dice.
Su jubilación es de las que denominan activa. Tanto lo es que tuvo que relegar tiempo en los Gaités de la Torre. «Es mi hijo predilecto, siempre lo digo y lo diré», añade. A su persona recurrieron en su pueblo cuando decidieron montar un grupo de gaiteros entre los que está Mariano Laviña, su antecesor en EncontrARTE. «Les enseñé a tocar la dulzaina, un instrumento endemoniado… Para que sea dulce hay que echar horas», apunta divertido pero muy en serio. Delegó espacio porque no llega a todo, aunque no significa que no participe con el grupo y lo hace siempre que puede. Ahora comparte a los Gaités con un pequeño grupo de jota montado también en el pueblo y son los «joteros torradans» los que hacen con amigos la misa baturra por San Joaquín. Lo compagina con otras agrupaciones de jota «pura y dura», otras de tradicional y un grupo que se está abriendo camino en música «de toda la vida como salsa o boleros». Son ‘En clave de luna’ y él toca el bajo. Se mueven a donde son requeridos aunque están radicados en Zaragoza, ciudad en la que vive Marqués a caballo con su pueblo y donde se le conoce como Pepe. «Si preguntas por Pepe Marqués en Torrevelilla no sé si te sabrán decir, pero por José Dionisio Marqués, sí, es curioso», señala.
Recuperar el legado
Ha llevado su arte a la televisión como miembro de la rondalla del programa ‘Dándolo todo jota’ de Aragón TV. Para su pueblo siempre está disponible y es muestra de ello ‘Denominación de Origen Torrevelilla’, un disco grabado hace más de una década entre varios. Recuperó un par de mazurcas del tío Juan Manuel y que él conocía por su padre. En el disco participaron varios músicos y se completó con jotas de Vicente Olivares. «Tenemos a mucho artista en el pueblo para lo pequeño que es», apunta antes de recordar que por este trabajo el C.B. Torrevelilla le entregó la Medalla de Oro. «Puedo presumir de ser la primera persona que la tiene, es un orgullo».
Todos los que hemos tenido y tenemos la suerte de subir a un escenario con Pepe Marqués, podemos decir, que no solo es un gran músico, sino una gran persona, con un corazón que no le cabe en el pecho.