Llegan días intensos para dulzaineros y gaiteros y por eso Mariano Laviña, y otros tantos como él, no paran de ensayar. Desde que probó la dulzaina no ha dejado de tocarla y eso que es un instrumento un tanto «diabólico», pues es de todo menos sencillo. «Así la define un amigo, y es que tiene ese nombre de dulzaina que engaña», ríe. En eso está también el encanto, en retarse y sacarle esas notas que animan cualquier evento de calle. «Es una satisfacción enorme ver que la gente se lo pasa bien, que baila, ríe… Y nosotros somos amigos. Engancha, el día de ensayo es día grande», añade.
En ese «nosotros» se incluyen Los Gaités de La Torre, agrupación que crearon en Torrevelilla en 2007. Y siguen en la brecha, y ahora ensayando para el calendario apretado de encuentros de gigantes, de romerías, fiestas populares e incluso marchas senderistas que también amenizan. Mariano, una persona que creció con un piano en casa porque su padre era músico y profesor, se acercó a la dulzaina por Pepe Marqués, un amigo de Zaragoza y Torrevelilla ya experto en el folk. «Mi padre nos inculcó a los tres hermanos el solfeo y yo en esa época iba con mi guitarra. Le empecé a dedicar tiempo a la dulzaina, porque lo necesita, y hasta hoy», sonríe.
El orgullo del Barranc Fondo
Laviña es zaragozano pero su vinculación con Torrevelilla viene de su infancia, cuando una de sus hermanas contrajo matrimonio con uno del pueblo. «Hay diferencia de edad y yo era un crío que fue un fin de semana y no se movió. Empecé a ir cada vez más, y me di cuenta de que ya conocía a mucha gente de Torrevelilla en Zaragoza», sonríe. Cuando conoció a su mujer Conchita, una alcañizana con padres de Torrevelilla, el nexo ya quedó sellado para siempre.
Buena parte de la culpa de que ese calendario de actividades sea tan completo la tienen en el CB Torrevelilla. Es la asociación cultural que se fundó en 1985 como Club Baloncesto Torrevelilla y en honor a estos orígenes conserva las siglas. «Había tal pasión por este deporte que crearon un equipo y fue un exitazo. Pronto se dieron cuenta de que necesitaban dinero para su propio funcionamiento y casi seguidamente se constituyó como asociación cultural de la que forma parte todo el pueblo», explica. No en la cancha, porque el baloncesto no es lo suyo, pero sí aportando ya estaba Laviña. Ese grupo, del que siguen en activo los fundadores, recuperó fiestas como las de Santa Quiteria o más recientemente promovió los rodajes de los documentales ‘Lo Chapurriàu’ a propuesta del actor Ferran Rañé. El CB es el motor de cualquier propuesta que llegue desde otras asociaciones del pueblo. «El no, no existe, vamos a pensarlo, todo es bien recibido», añade. También del propio ayuntamiento. «Tenemos un consistorio que apoya en todo, e incluso muchas veces va por delante», apunta.
Laviña accedió a la presidencia en 2002 para cuatro años y han pasado veinte. Ahora él preside el Museo Histórico y Sergio Nevado, el CB. «Ya tocaba, ¿no?», ríe. Además de eventos varios, una de las señas de identidad es el Eco del Barranc Fondo, una revista trimestral que edita la propia asociación y que envía a cada núcleo familiar en los que se reparten los 365 socios en formato físico y cada vez más, en pdf a través de correo electrónico. Recopila todo lo que ha sucedido, artículos de colaboradores y adelantos. «Es lo que da más trabajo con diferencia porque sale una y ya estás trabajando en la siguiente pero merece la pena. Nuestros mayores la esperan y para quienes están fuera, es el cordón umbilical con su pueblo», concluye.