«¿Hoy se habrá muerto alguna vaca?», se pregunta cada mañana Aurelio Badal desde que hace 15 días el veterinario le confirmó que lo que tienen algunos de sus animales no es neumonía. Se les cae la piel del morro y de las ubres, comienzan a babear, la lengua se les hincha, la garganta se les inflama, les cuesta respirar, sufren diarrea, les fallan las articulaciones, cojean, no se levantan, tampoco comen y la pérdida de peso es brutal. Su toro, por ejemplo, pesaba casi 1.000 kilos y ahora, 300. Ha perdido hasta el color de la piel. La explotación de ganado vacuno de Badal en Cañada de Benatanduz forma parte del 40% de granjas afectadas por la enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE) en el Maestrazgo turolense. Hoy cuenta diez animales en la enfermería, dos ya recuperados y otros dos que han muerto de un total de 130 cabezas, pero «lo peor» es que nada ni nadie le asegura que mañana no serán más. «Estamos sufriendo mucho estrés», confiesa.
La «incertidumbre» se ha posado sobre esta comarca en la última semana. Es cuando más casos de fiebre hemorrágica se han detectado. Sobre todo, en la capital. La presidenta de la ADS de Vacuno de Cantavieja, Rocío Sorribas, tiene seis de 80 vacas enfermas. En el caso de la ganadera Ángeles Julián, son diez contagiadas de 45. Por su parte, el vicepresidente de la ADS, Juan Pablo Gargallo, ha localizado doce entre un centenar, aunque hay otras a las que también les nota síntomas y «espera al día siguiente, a ver cómo evolucionan, para hacerles las pruebas». Sólo los contagios contabilizados por La COMARCA en las cuatro explotaciones visitadas suman 42. De acuerdo con el Gobierno de Aragón, al menos una veintena de granjas en el Maestrazgo están afectadas, por lo que el total de vacas enfermas podría superar ya con creces el centenar.
«No nos esperábamos la enfermedad y cada ganadero está viendo cómo la puede solucionar. Algunos no lo cuentan por miedo a lo que sea»
Juan Pablo Gargallo. Vicepresidente de la ADS de Vacuno de Cantavieja
Sin embargo, el dato exacto de contagios es difícil de conocer porque «no todos los ganaderos están declarando sus casos» y DGA ya les ha pedido en la reunión mantenida con el sector este jueves que lo hagan. «Como la enfermedad ha venido de golpe y no nos la esperábamos, cada ganadero está viendo cómo la puede solucionar, y hay gente que no lo quiere contar por miedo a lo que sea», dice Juan Pablo Gargallo. Tampoco Ángeles Julián entiende los motivos por los que se callan, ya que el problema «está aquí, es real».
Los animales enfermos son bajados de los pastos a los establos para ser curados. Se les suministran antiinflamatorios y antibióticos, además de ser desinsectados. Las explotaciones también son tratadas con repelentes, así como el resto del ganado no contagiado a modo de prevención. El ganadero Aurelio Badal, por ejemplo, desinsecta, con una sulfatadora de agua, a los animales enfermos una vez a la semana, mientras que a los sanos lo hace cada 20 días. «Nos dicen que la única manera de prevenir es el desinsectante, pero yo no sé hasta qué punto eso es efectivo en el campo, al aire libre», dice, por su parte, Ángeles Julián.
Sin riesgo para los humanos
«Las granjas con casos quedan inmovilizadas en cuanto a traslados para vida, no así para sacrificios», explica el presidente del Colegio de Veterinarios de Teruel, Héctor Palatsí. Por tanto, la carne de animales con fiebre hemorrágica no llega en ningún caso al consumo humano. Además, se trata de una enfermedad que no se transmite a las personas. Tampoco los animales se contagian entre sí, ya que la única manera de adquirirla es mediante la picadura del mosquito del género Culicoides.
«Detecté los primeros síntomas a principios de agosto, aunque no fue hasta hace un par de semanas cuando el veterinario me confirmó que era la EHE»
Aurelio Badal. Ganadero de Cañada de Benatanduz
Este insecto diminuto llegó al país con las olas de calor de África, transportado por el viento. La humedad, el calor y las lluvias han contribuido a su expansión. Los primeros casos se detectaron a finales del año pasado en Andalucía, mientras que en Teruel las primeras cepas de la enfermedad se localizaron en cérvidos hace unas semanas en la comarca de Albarracín. Hasta el momento ya se han encontrado 80 ciervos muertos, aunque se calcula que la población fallecida podría triplicarse, ya que en el ámbito silvestre no se puede controlar. DGA no ha aportado datos sobre otras especies salvajes que puedan haber contraído la EHE, sin embargo, el ganadero Aurelio Badal alerta de que alrededor de su explotación «ha visto corzos que andan con torpeza y con la lengua fuera».
En cuanto al ganado vacuno del Maestrazgo, Badal comenzó a notar los síntomas a principios de agosto, aunque no fue hasta hace dos semanas cuando el veterinario le confirmó que se trataba de la EHE. Los expertos creen que en otoño el mosquito dejará de actuar y que volverá en primavera. «Hace tiempo que oíamos que la enfermedad estaba por Andalucía y que estaba subiendo, lo que pasa es que son cosas que no te crees hasta que te llegan a tu explotación», comenta Juan Pablo Gargallo. También Rocío Sorribas pensaba que el mosquito «no iba a llegar a estos rincones». Para Ángeles Julián era «una enfermedad desconocida del todo», y hasta que la veterinaria no la diagnosticó, pensaba que sus vacas tenían neumonía.
«Miedo» a las consecuencias en los animales a largo plazo
El Gobierno de Aragón asegura que la enfermedad hemorrágica epizoótica tiene una mortalidad por debajo del 1%. Sin embargo, nadie puede confírmales a los ganaderos «el estado en el que quedarán las vacas que se recuperen de la enfermedad». Por lo pronto, en la explotación de la presidenta de la ADS de Vacuno de Cantavieja, Rocío Sorribas, las vacas preñadas contagiadas han abortado. Y la pregunta inevitable es «si seguirán siendo fértiles». «De normal, cuando una vaca pierde el feto ya tiene problemas para reproducirse de nuevo», detalla el ganadero Aurelio Badal. Además, si los animales contagiados, más allá de si han abortado o no, «pierden entre el 60 y el 70% de su masa muscular», es «muy complicado predecir si seguirán siendo productivos».
«Cada vaca muerta es una pérdida de más de 1.000 euros, que hay que reemplazar. Además, las que se queden infértiles no serán rentables»
Rocío Sorribas. Presidenta de la ADS de Vacuno de Cantavieja
El precio de una vaca supera los 1.000 euros, por lo que «si el animal muere tienes que invertir ese dinero en adquirir otra para cubrir la cabaña», explica Rocío Sorribas. El mismo coste ocasiona un animal que se queda infértil, ya no es «rentable» y tiene que ser sustituido. Por otro lado, si al ejemplar hay que enviarlo al matadero, «te pagan menos de lo que vale, por lo que también se pierde dinero».
A esos perjuicios económicos, se les suman los gastos en antibióticos y antiinflamatorios, y en desinsectantes. «Un veterinario me ha dicho que los costes reales aproximados pueden llegar muy cerca de los 100 euros por animal. Es la media de la explotación, ya que a un animal enfermo le haces el mismo tratamiento de prevención que a otro que no lo está. Luego se divide entre todos el coste de la medicación, que solo le suministras a los contagiados», detalla Aurelio Badal. Los medicamentos «no son muy costosos», pero hay que inyectarlos varios días. Por su parte, el desinsectante sí que es un producto «muy caro», que desconocen «cuántas veces y hasta cuándo van a tener que aplicarlo». «A una compañera le costó el otro día 120 euros dos litros de desinsectante. Ya vale ya», concreta Sorribas.
Por el momento, DGA ha anunciado que habrá ayudas de hasta un 50% sólo para la desinsectación con repelentes, aunque no para medicar. En cuanto a las pérdidas, han señalado que apoyarán económicamente a los ganaderos afectados «si el propio procedimiento del Ministerio permite apoyos de fondo por las bajas».
Los ganaderos afectados en el Maestrazgo critican la «dejadez» de las instituciones. «Empezó en noviembre del año pasado en Andalucía, pero no se ha hecho ningún plan de prevención hasta que ha llegado aquí. Y ahora todo son prisas», lamenta Badal, quien recalca que ahora la enfermedad hemorrágica «ya no se puede prevenir», porque si el periodo de incubación es de entre 8 y 10 días, aunque desinsecte hoy a sus vacas, pueden estar infectadas ya. «¿Por qué no se actuó cuando se murieron los primeros ciervos en Albarracín? ¿Por qué no se envió una circular diciendo que había que prevenir?», se pregunta él y todos sus compañeros que se sienten «impotentes» y «abandonados».
Ganaderos que sí han declarado casos de EHE
ROCÍO SORRIBAS
6 VACAS ENFERMAS DE 80 CABEZAS
Rocío Sorribas, al igual que sus hermanos, se incorporó al negocio familiar tras la jubilación de sus padres. En estos momentos, tienen en Cantavieja alrededor de 80 cabezas de ganado, entre las nodrizas y las de reposición. 6 de ellas están contagiadas por la enfermedad hemorrágica. Las primeras muestras que dieron positivo se extrajeron el pasado 24 de agosto. Aunque las vacas enfermas se están recuperando, las que estaban preñadas han abortado y desconoce si seguirán siendo fértiles. Ver a sus animales sufrir «es lo que más impotencia le da».
JUAN PABLO GARGALLO
12 VACAS ENFERMAS DE 100 CABEZAS
Juan Pablo Gargallo, oriundo de Villarluengo, tiene en sus pastos de Cantavieja 12 vacas contagiadas de un total de 100 cabezas de ganado. Notó los primeros síntomas hace 6 días y, conocedor de la expansión de la EHE, en seguida llamó a la veterinaria. De momento, no se ha muerto ningún animal y algunos ya se han recuperado. La economía familiar depende de su explotación, que comenzó hace unos doce años. El negocio lo lleva en la sangre, ya que sus padres también tuvieron vacas y él, desde que era pequeño, ha ido siempre detrás de ellas.
ÁNGELES JULIÁN
10 VACAS ENFERMAS DE 45 CABEZAS
Ángeles Julián nació en una masía de Villarluengo, donde su familia tenía ovejas. Cuando se casó hace 40 años, comenzó con su marido el negocio del ganado vacuno que «les da de comer». En su explotación de Cantavieja tiene 45 vacas nodrizas, de las cuales 10 están enfermas. El primer ejemplar contagiado lo detectó el 5 de septiembre: estuvo tres días sin comer ni beber. Al día siguiente, volvió a llamar a la veterinaria, ya que había otros cinco animales enfermos. «Estaba saturada, así que le pedí por favor si me daba la medicación para pincharles yo y así lo hicimos», cuenta. Todas las vacas se están recuperando y no tiene ninguna baja por ahora.
AURELIO BADAL
14 VACAS ENFERMAS DE 130 CABEZAS
Aurelio Badal está desde el año 2006 al frente de la explotación familiar ubicada en Cañada de Benatanduz. De las 130 cabezas de ganado que tiene, ha contado ya hasta 14 vacas enfermas. Además, dos de ellas han muerto. Fue a principios de agosto cuando notó «algo raro». A uno de los ejemplares se le cayó toda la piel de las ubres, pero como se recuperó, «no le hizo mucho caso». A los días, otra vaca comenzó a babear y a perder peso y pensó que era neumonía. Sin embargo, los síntomas se repitieron en otros animales y llamó a la veterinaria hace un par de semanas. Fue ella quien le confirmó que era la enfermedad hemorrágica.