El de Ferran Rañé es uno de los rostros que está en el imaginario del común de los mortales. Con su oficio hace un poco más feliz la vida de los demás y a poco que se haga memoria o se indague un poco, aparece ubicado en una película o una serie. Y sigue haciéndolo porque no para. Siempre ha mantenido una constancia pero con la irrupción de las plataformas, la actividad se acelera.
Sus últimos papeles han sido para ‘Si lo hubiera sabido’, serie en Netflix donde es «padre» de Megan Montaner; y para otra por estrenar en Movistar Plus donde será el «padre» de Berto Romero. Echa la vista atrás y está satisfecho con la carrera que ha jalonado desde el año 70, cuando comenzó en el teatro con Els Joglars. Un año lo pasó en Francia porque en la España de la Transición no gustó la obra ‘La Torna’. Durante siete años estuvo con la compañía catalana en su Barcelona natal. «Ahora, casi que por el respeto que le tengo al teatro, lo estoy limitando a proyectos muy concretos porque las giras, ensayos, funciones dobles… pesan».
Con Els Joglars vivían en el campo, en un centro de creación de la compañía cuando no estaban de gira. Lo recuerda como un tiempo de aprendizaje «fantástico», en el que hacían creación colectiva. «No partíamos de un texto sino que se partía de una idea y a través de improvisaciones se iban construyendo los espectáculos», comenta. Hizo teatro gestual y musical cuando no se hacían muchos; Makinavaja o su interpretación del payaso Charlie Rivel en teatro y luego en el cine, son reseñables.
Escuchar la frase «te ha salido un hombre en medio del bancal» lleva de inmediato a pensar en él. «Esa locura de película había que hacerla, hay mil anécdotas», ríe en referencia a ‘Amanece que no es poco’, film de José Luis Cuerda ahora de culto. Reflexiona desde Barcelona, su ciudad natal en la que «parece que cada día es fiesta mayor». Vive en el centro y siempre que puede se escapa del gentío para refugiarse en su pueblo, que no es otro que Torrevelilla, donde se desarrolló su vocación.
Debut teatral en Torrevelilla
Fue en Torrevelilla donde hizo su primer teatro «con unos misioneros que pasaban por el pueblo despertando vocaciones». Y en la iglesia leyó su primer poema. «Casi me desmayo, tenía delante a mi abuela, que era de Valdealgorfa pero muy arraigada a Torrevelilla, de donde era mi abuelo. Era muy jotera y era de armas tomar, así que no podía fallar, lo había ensayado con ella a conciencia», sonríe. Al igual que Vito Sanz, su antecesor en EncontrARTE, ahí en los abuelos está su conexión con el pueblo en el que pasaba con sus hermanos los cuatro meses de verano e incluso algún curso escolar. «Nos tuvimos que quedar un tiempo, y entonces el pueblo tenía dos colegios», añade. Cada estudiante se llevaba un taco de leña para calentar la clase. «Esas cosas marcan, donde has vivido de pequeño, las comidas, la temperatura, los olores…», añade. También culpa a su padre de haberse dedicado a las artes. «Tenía un taller pero era un showman auténtico, en el pueblo hacía sus shows él solo», apunta. Fija en una «era cercana a las casas donde él iba a proyectar la voz y repasar textos, el lugar en el que empezó a materializarse la vocación». Son los mismos paisajes que marcaron a Luis Buñuel, al que Rañé siente «como familia». Su conexión con el territorio es tal, que ideó y movió un proyecto para convertir el convento del desierto de Calanda en un lugar de creación artística.
«Me salen ideas para la zona», avanza. La última se llama documentales de ‘Lo Chapurriàu’, un proyecto en el que implicó a un amplio equipo de profesionales del pueblo, como Gemma Blasco a la dirección. De hecho, muy pronto se proyectarán en Calanda. «Siempre quieres volver al lugar donde has crecido. Bueno, es que yo nunca me he ido», concluye.
Otro rascando dineros de todos los aragoneses. De la comarca del Bajo aragón ya se llevó un buen pico.
Damoh la graçia al gran Huan Porrah Blanko, autóh d’etta macnífika tradukçion. Dedikao a lo amigo der xapurriau, ke la diffruten.
Er prinsipito n’andalúh:
«Yo bibí azín de zolo, zin naire kon’hkien pudiera ablà de berdá,ahta ke tube una abería en er dezierto der Záhara, hará zeih z’añoh.Argo me z’iba ehkaxarrao en er motó. I komo no yebaba kormigoni mekániko ni pazaheroh, m’abié yo zolito pa zehlià una trabahozareparazión. Rezurtaba pa mí una kuhtión de bía u muerte. Zi ar kazome keaba agua pa bebè oxo díah.Po la primera noxe me keé dormío en la mihma arena, a mir miyahd’arguna tierra abitá. Me hayaba mah aihlao k’un náufrago en loarto’e una barza en mitá’el ozéano. Figurarze entoze mi zorprezakuando, ar klareà er día, me dihpertó una rara bozeziya, ke dizía:—¡Por fabó… dibúheme un borrego!—¿¡Ké!?—¡Dibúhame un borrego. «
Se sienten las raíces y el corazón en lo que haces y en lo que dices. Gracias Ferran! #soydearagonyparlochapurriau