El sacerdote católico Elkin Rodolfo Otálvaro llegó a España desde Colombia en el año 2012 para cursar Teología en el Seminario Metropolitano de San Valero y San Braulio de Zaragoza. Lo hizo de la mano del entonces obispo de Teruel y Albarracín, Carlos Manuel Escribano -ahora arzobispo de Zaragoza-, que buscaba a dos seminaristas para su diócesis y no dudó en viajar hasta el país sudamericano para hacer las entrevistas necesarias. Durante cuatro años, Otálvaro pasó todos los fines de semana colaborando con las parroquias de Teruel y cuando finalizó sus estudios se trasladó a la capital de la provincia, donde «hizo de chófer» de los curas jubilados que tenían que suplir a otros compañeros. En septiembre del 2017, llegó a Montalbán como vicario parroquial, y un mes y medio después le ordenaron sacerdote. Allí ha permanecido todo este tiempo, aunque muy pronto, la primera semana de septiembre, comenzará a vivir en Utrillas.
Elkin Rodolfo Otálvaro es uno de los 70 curas que viven en la provincia de Teruel. Su nombre ha sonado con fuerza en los últimos días a raíz de que los vecinos de Montalbán reuniesen firmas para pedirle al obispo de la diócesis, José Antonio Satué, que el párroco se quedase en el pueblo. «Empezamos con la oficina del CAISS, con los sanitarios y ahora el cura. ¿Qué será lo siguiente? ¿La escuela? ¡Esto es de traca!», protestaron desde la Asociación de Amas de Casa de la localidad, donde se inició la recogida. Otálvaro cambiará su residencia, pero seguirá prestando servicio en la parroquia de Montalbán. El enfado, entonces, solo puede comprenderse si se mira con lupa la labor social que desempeñan los sacerdotes más allá de dar misa. En el medio rural, y más en una provincia azotada por la despoblación, su presencia es realmente notoria.
La diócesis de Teruel y Albarracín está dividida en seis arciprestazgos -Albarracín, Calamocha, Montalbán, Teruel, Alcorisa y Mora de Rubielos-, que a su vez se fraccionan en diferentes unidades pastorales. Cada una de ellas es atendida por un cura, salvo excepciones como la de Calamocha, en la que el párroco es ayudado por algún vicario parroquial, o la de Estercuel, de la que se ocupan los Padres Mercenarios del Convento de El Olivar. Algunas unidades están integradas por muchas parroquias con poca población, mientras que en otras solo hay una parroquia con bastantes habitantes. En total, en la diócesis se cuentan entre 50 y 55 sacerdotes. A ellos se les suman los 19 curas de la archidiócesis de Zaragoza que trabajan en los arciprestazgos de Alcañiz, Híjar y Valderrobres.
La mayoría de los curas son locales, aunque también hay algún párroco procedente de otra diócesis española que ha sido incardinado y ordenado en la provincia turolense. También llama la atención el numeroso grupo de curas colombianos y cameruneses que, por acuerdos con algunas de las diócesis de sus países de origen, vienen a realizar estudios teológicos en España y ejercen mientras tanto en la diócesis de Teruel. Es el caso de Elkin Rodolfo Otálvaro, quien en un principio se cerró a la idea de venir aquí porque no quería abandonar su Rionegro natal, una ciudad de cerca de 130.000 habitantes en los Andes, azotada por la pobreza y el conflicto. «Estaba muy bien allí. Es una zona misionera en la que se desempeña una gran labor social», explica. Sin embargo, la falta de recursos en su propia familia le impedía seguir formándose.
La vocación no tiene día ni hora concreta, es un proceso
Otálvaro llegó a España con 42 años, tras finalizar sus estudios de Filosofía en el seminario de Colombia. El próximo mes de septiembre, cumplirá los 52. El sacerdote sudamericano se encuentra entre los 35 curas de menos de 65 años que ejercen en la diócesis de Teruel y Albarracín. La mayoría de ellos son extranjeros. El párroco más joven nacido en la provincia tiene 38 años. Que en la actualidad faltan vocaciones es innegable, pese a ello, la diócesis cuenta con dos seminaristas mayores. Uno de ellos se encuentra en la etapa pastoral tras haber finalizado los cinco años del grado universitario en Estudios Eclesiásticos, y el otro está cursando el cuarto año. Ninguno nació en Teruel, aunque su vocación sí surgió en la provincia. También hay dos seminaristas menores que son de la localidad de Blesa (Cuencas Mineras).
«La vocación no tiene día ni hora concreta, es un proceso. Aunque vengo de una familia católica, me alejé de Dios durante el Bachillerato por el ambiente que había en el colegio y los prejuicios que existían entre los estudiantes. Sin embargo, la realidad de abandono en mi ciudad hizo que con los años comenzase a cambiar mi visión de la vida. Descubrí que tenía vocación de servicio y me acerqué a la Iglesia», cuenta Otálvaro.
Día a día
Elkin Rodolfo Otálvaro trabaja de martes a domingo. Entre semana celebra misa en Montalbán a las 10.00, y después, visita alguno de los otros siete pueblos en los que presta servicio. Son Nueros en Calamocha; Godos y Torrecilla del Rebollar en Jiloca; y Villanueva del Rebollar de la Sierra, Fuenferrada, Armillas y Peña Royas en Cuencas Mineras. Cuando se trasladé a Utrillas, dejará las parroquias de Calamocha y Jiloca, e incorporará las de Martín del Río, Vivel del Río y Las Parras, así como la de la capital administrativa de las Cuencas Mineras. Desde la diócesis intentan que cada cura atienda a un conjunto de pueblos cercanos entre sí, aunque la gran extensión del territorio y la baja densidad poblacional no salvaguardan a los párrocos de recorrer decenas de kilómetros semanales. La mayoría de los sacerdotes disponen de coche propio, y si no, se les proporciona desde la diócesis.
En los pueblos la gente está muy sola. Los vecinos me avisan cuando tardan varios días en ver a alguna persona
«En los pueblos la gente está muy sola. En invierno no hay casi nadie», señala Otálvaro. En Las Parras de Martín, por ejemplo, el número de censados no llega a la veintena. El párroco, que llama a los vecinos por sus nombres, se interesa en conocer cómo se encuentran. Toma café con ellos, los escucha, y «llama a las puertas de sus casas si hace días que nadie los ve por las calles». Siempre hay alguna persona que acude a él, especialmente si está enferma o atravesando una situación difícil. Además, en invierno, es fácil verle acompañando a los vecinos a coger leña al monte. «El trato en el medio rural es más personalizado y familiar», destaca entre risas. Las mañanas en los pueblos también las aprovecha para limpiar las iglesias y cubrir las grietas. «Muchas permanecen cerradas todo el año y solo abren en verano. En consecuencia, la mayoría están en muy mal estado», lamenta.
Las tardes las dedica a comunicarse con su familia de Colombia y a atender a enfermos de su país a través de videollamada. El ajetreo llega los fines de semana. Sábados y domingos da misa en los diferentes pueblos, por la mañana viaja a tres municipios y por la tarde, a otros tres. Montalbán es el único de los pueblos en los que celebra eucaristía ambos días. En algunas parroquias solo hay misa en verano o durante las fiestas patronales, ya que «en invierno el número de habitantes es casi inexistente». Además, Otálvaro imparte catequesis de comunión en Montalbán. El lunes es su día de descanso semanal. El sacerdote aprovecha el día para hacer las tareas domésticas, y en ocasiones, para viajar. En verano, por ejemplo, se escapa a la playa.
Los párrocos «se cubren entre ellos» para poderse coger vacaciones sin dejar desatendida ninguna parroquia. En el caso de los curas extranjeros, se toman un mes, «cuando menos faena hay», para poder viajar a sus países. «Suelo ir a Colombia en enero o febrero, que es cuando los pueblos se vacían y hay menos actividad. Sucede lo contrario que en las ciudades, que se llenan en invierno», detalla Otálvaro.
Vivienda y salario
Normalmente los curas residen en la casa parroquial de la localidad de mayor población en la que dan servicio. La mayoría viven solos o con familiares. Elkin Rodolfo Otálvaro reside solo en la tercera planta de la casa parroquial de Montalbán, que se construyó hace unos 35 años y se encuentra en muy buen estado de conservación. En la segunda planta se da catequesis, y en la primera hay una capilla donde se celebra la misa de manera habitual, ya que la iglesia se reserva para ocasiones con mayor afluencia como bodas, bautizos y comuniones.
Otálvaro no tiene que pagar alquiler, aunque sí los servicios de su piso como la luz. Los párrocos reciben un salario, como cualquier otro trabajador, y ellos mismos gestionan libremente su economía. También reciben el importe del kilometraje de los desplazamientos que hacen en coche.
fe. creer lo qu no se ve . el papa francisco de 85 takos . marca el futuro,,, de la iglesia con la investidura de veinte
nuevos cardenales. la purpura roja . se encamina a la modificacion de la costitucion pontificia . ,,,,
Habría que preguntar al obispado,porque no recupera la figura del diácono, ante la necesidad de nuevos sacerdotes.
el cura de Tronchon Elvis, hace 6 pueblos y va también muy liado, la pena que no haya mas gente con vocación, pues no creo que pueda lleguar en esta zona de Cantavieja a todo lo que dice el cura de Montalban y sobre todo a los horarios de las misas.
Mas profesores y mas médicos, eso es lo verdaderamente importante, lo demás accesorio, y este caso en particuar, en mi personal opinión, respetando otros pareceres, es prescindible. El hombre es el único animal que sabe que va a morir… y se inventa lo que sea para evitarlo. pero respeto a aquellos que creen en lo de la vida eterna y demás.
La religión es considerada por la gente común como verdadera, por los sabios como falsa, y por los gobernantes como util. Séneca.