Que a estas alturas está el río revuelto en las aguas del Partido Aragonés no es ninguna novedad. La vida política actual ha cambiado mucho en los últimos años y los discursos que se hacían a principio de este siglo no sirven para la situación actual. El devenir de un partido político no se debe regir solamente por la gestión (que también es necesaria cuando se gobierna) sino al cumplimiento de unos principios e ideales que deben de ser la punta angular en la que cimentar dichos partidos. El centro siempre ha sido ese punto equidistante tanto a la izquierda como a la derecha y si bien es cierto que aunque el partido Aragonés siempre ha nadado bien en esas aguas, vienen ahora tempestades en las dos orillas, tanto a la izquierda como a la derecha. Dejándonos de metáforas vemos que en Aragón tenemos a cinco partidos a la izquierda (PSOE, CHA, IU, Teruel Existe y Podemos en esa orilla peligrosa) y a la derecha sigue PP y Ciudadanos que se acerca más a la zona central y pasada la línea de flotación de la derecha tenemos a Vox. El Partido Aragonés siempre ha tenido como principios el «aragonesismo» y el «centro político». Es cierto que a veces se ha gobernado tanto con la derecha como con la izquierda o bien se ha sido el garante de una estabilidad que permita el gobierno de las instituciones, pero en dichos gobiernos siempre se había defendido los valores propios de una autonomía aragonesa y el respeto del constitucionalismo español por parte de todos los socios de gobierno como base de cualquier acuerdo de gobernabilidad.

En la gestión diaria se ha ido perdiendo por ejemplo la exigencia del cumplimiento del estatuto de autonomía aragonés, de la actualización y exigencia de las obras del pacto del agua, de la exigencia al gobierno central de una fiscalidad que revierta las desigualdades de las zonas menos pobladas, de legislar para que los profesionales sanitarios o educativos tengan que cubrir las plazas en los pueblos, de buscar un punto en común con el tema de las nuevas energías y la transición ecológica, de tener unas carreteras e infraestructuras acordes al siglo XXI… Muchos buscamos este tipo de debates internos que deben de ser trasladados después a la sociedad, pero en vez de buscar desde la dirección el consenso y el acercamiento se dedican a lanzar misiles nucleares contra quien discrepa o se sale de la línea (Berta Zapater y Marina Sevilla son buena muestra de ello, mi total apoyo a ambas). En vez de esperar a que un partido se desangre poco a poco y los militantes vayan abandonando el barco por no sentirse identificados con la situación actual, los verdaderos líderes (locales, comarcales, provinciales y autonómicos) deben coger el toro por los cuernos e intentar aglutinar a todos en vez de arrinconar a quien discrepa con ellos, invitándoles a abandonar el barco. El próximo examen tiene fecha el 2023 y aún confío en que se pueda reconducir el rumbo, pero cada día que pasa es un día menos.

Eduardo Orrios. PAR Alcañiz