¿Por qué después de casi cuatro décadas como socios de esta organización ecologista de prestigio mundial, sin dejar de reconocer sus luchas y sus logros, hemos decidido darnos de baja de ella? No es porque se haya relajado nuestra conciencia medioambiental. Se trata de que, además de ser socios de Greenpeace, hace muchos años que estamos comprometidos con nuestro territorio turolense, un espacio lleno de patrimonio y valores, pero cruelmente amenazado por quienes lo consideran «vacío» y han puesto en él su mirada especulativa. Una avalancha de macroproyectos eólicos y fotovoltaicos, promovidos oportunistamente por empresas, oligopolios eléctricos y fondos de inversión no localizados, implantados sin ningún tipo de planificación y acogidos alegremente por las administraciones públicas están aniquilando la biodiversidad, el patrimonio natural y cultural de los pueblos y los paisajes, negando el futuro a las personas -insustituibles- que habitan el medio rural y el de amplias zonas del Estado.

Greenpeace mantiene sobre esta cuestión una postura ambigua: se aferra al mantra de que la transición energética requiere ante todo una producción masiva de energías solar y eólica y contemporiza con ese modelo depredador. Desde el Colectivo Sollavientos y la Plataforma a favor de los Paisajes de Teruel hemos enviado repetidamente a Greenpeace la propuesta de mantener con ellos un debate constructivo al respecto. La organización no se ha dignado siquiera respondernos, algo que hemos sentido como un doloroso menosprecio. Somos partidarios de las energías renovables, pero también de su implantación ordenada y respetuosa, y de la democratización de su producción y consumo, alineados con Alianza Energía y Territorio (ALIENTE). No compartimos la actitud de Greenpeace, que ignora el clamor creciente en nuestro país en ese mismo sentido. Esto, y su inexplicable silencio frente a las preocupaciones y las propuestas de sus propios socios, nos ha llevado a tomar la decisión de abandonar la organización.

José Luis Simón Gómez y Gonzalo Tena Gómez. Colectivo Sollavientos. Correo del lector