Fernando, mi amigo extremeño, profesor de inglés, me conmueve por su incondicional y combativo amor a su terruño, Navalmoral de la Mata. A veces, hirviendo de santa indignación me habla de la dejadez, insolvencia y corruptelas varias que han de soportar en su tierra, bajo un yugo de políticos que se creen demócratas. Como muestra me envía una filmación del acto de entrega de la Medalla de Extremadura al escritor Luis Landero, como extremeño de honor (da nacimiento ya lo es). En el mismo acto oficial, con una claridad y rigor asombrosos, Landero se dirige a los políticos de su Comunidad con palabras severas pero llenas de amor y dolor por la patria chica. Muchos aplausos coronaban algunas frases demoledoras, sin abandonar el tono respetuoso de educada y paternal regañina. En YouTube, creo, hay disponible un corto video de la intervención del escritor, a la que doy el calificativo de «vero», en el sentido clásico de la palabra: dícese de una expresión o discurso que comunica fielmente la verdad sobre el asunto del que se habla.

Landero, con su verbo recio y culto, reclama un tren digno para Extremadura, carencia que tiene casi un siglo de dejadez y pone a los políticos a caer de un burro por ello y «en confianza y cordialmente» les dice que son unos canallas y que irán al infierno; no por haber sido «perezosos, bebedores, puteros o cobardes» (defectos que Dios suele perdonar) sino por «el oprobio, la humillación, la burla y la afrenta» que supone para los extremeños el hecho de que no se resuelvan reivindicaciones y necesidades actuales que colean desde hace decenios y que Extremadura, como el lejano oeste, sea un territorio carencial y abandonado. El problema es que Landero, al articular la situación actual y real de su pequeña patria y de la actuación de muchos de sus políticos -no de todos-, más interesados en sus propios intereses que en sus obligaciones con la tierra que representan, muestra al resto del país unas semejanzas que nos avergüenza e indigna.

¿Cuántos ciudadanos de Aragón, Cataluña, las dos Castillas, Galicia, Andalucía…en fin, de toda esta España desdichada que tiene un presente lamentable y un futuro problemático, no opinan de algunos de sus políticos como Landero de los suyos? ¿Cuántos aplicarían la regañina a muchos políticos de este damero de autonomías, en las que el nivel de vida de la población en general va descendiendo a la misma velocidad que aumentan los precios de todo? Landero, vero. La confianza en cierta política, cero.

Alberto Díaz Rueda. LOGOI