Seguro que a más de un lector de esta columna le hizo reflexionar el satisfactorio resultado de la misión Dart, de la NASA. Resumiendo mucho: la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de los Estados Unidos de América manda una nave espacial del tamaño de un frigorífico combi al asteroide Dimorphos, de un diámetro algo más grande que un campo de fútbol, a 11.000.000 kilómetros de aquí y con el objetivo de modificar su órbita y evitar así un hipotético escenario en el que un cuerpo similar pudiese amenazar a la Tierra, salvando así a la Humanidad. Existen muchos asteroides como Dimorphos en el Sistema Solar y algunos de ellos pasan a solo unas decenas o cientos de miles de kilómetros de La Tierra. Realmente fue apasionante lo que allí sucedió porque la pequeña nave acertó en un asteroide tan pequeño que incluso gira en torno a otro asteroide. Este minúsculo cuerpo astral no es una roca compacta y es tan reducido que apenas tiene gravedad, por lo que es como una esponja, es decir, las distintas rocas y fragmentos de este cuerpo apenas están pegados entre sí. Eso es porque la fuerza de gravedad es la más débil de las 4 fuerzas fundamentales del Universo y solo comienza a cobrar una magnitud destacable en cuerpos cuya masa se escapa a la capacidad de comprensión de una mente humana, como un planeta. Si Dimorphos impactase en la Tierra no causaría un cataclismo planetario, pero podría arrasar una gran ciudad, provocando una catástrofe nacional.

Y mientras la NASA completó con éxito esa misión para un hipotético «salvamento» del planeta, vamos a volver a él y a rebajar la distancia, regresando de 11 millones de kilómetros de distancia. No deja de ser curioso que coincidan en el tiempo una operación astronómica para un hipotético «salvamento del mundo», mientras en suelo firme se habla de destruirlo. Aquí, escuchamos en 2022 cómo un sátrapa totalitario, presidente de la Federación Rusa y supongo que vástago de otro Putin, amenaza al mundo todos los días con su arsenal nuclear, que probablemente provocase mayor destrucción que el impacto de Dimorphos. Por su parte el país que envió esa misión de la NASA, ya ha cometido fechorías de este tipo y no se sabe muy bien si esto es una operación de márquetin o realmente quieren salvar al mundo en caso de amenaza real extraterrestre como en Deep Impact. Y así con otros muchos países. Regresando a Europa, aquí nos estamos preguntando si debemos de seguir sin ejércitos o tenerlos para hacer imposible una invasión y una destrucción de los valores europeos y que se nos tome un poco más en serio. Si vamos rebajando la escala nos estamos esforzando en conservar un planeta que nosotros mismos contaminamos a diario. Y llevado a un terreno mucho más local, menos Universal y salvando las distancias: en España queremos luchar contra la emisión de CO2 instalando centrales que a nivel planetario «son la solución para salvar el planeta» pero instalándolas en los mejores exponentes de medio forestal y ecológico que tenemos en el país. Es todo tan contradictorio, que no hay quien pueda entenderlo…

Javier de Luna