¿Cuál es el problema de España? ¿Que los políticos, además de codiciosos, son tontos? ¿O que el pueblo español además de sufrido es crédulo e iluso? Que en plena crisis mundial sistémica, tras una pandemia demoledora, con una economía arrastrándose por la pendiente de las deudas y las fracturas del paro, los cierres empresariales y el desempleo joven, el Gobierno apoye sin avisos ni información transparente, y «manu militari», los tejemanejes de las eléctricas, el tarifazo, es un escándalo. La energía más cara de Europa para un país de lo más precario.
Suena a tomadura de pelo. Como también lo es la manipulación del tema que ofician los políticos en trifulca con los ultras variados y los antisistemas. ¿Culpar al Gobierno? Eso es como creer que la oligarquía dominante en el mundo son unos mecenas, escondidos como el Mago de Oz tras sus millones. Espejismos.
La cuestión energética, en esta época crítica y de transición, depende de algo que preferimos ignorar: no se trata de un problema de naciones o de ideologías políticas. En plena crisis económica y climática mundial, la solución, como el problema, debe ser global. La gestión energética interesa al género humano y al planeta a partes iguales. Como la gestión de la paz y de las desigualdades económicas. Los sistemas políticos de las naciones del mundo deberían, respecto a la energía, plantar cara a las oligarquías que manipulan el cotarro (aunque muchos políticos forman parte de ellas), socializar e internacionalizar la gestión energética como bien esencial de la población humana, educar a los pueblos en la manera de evitar el desperdicio de energía y dar el paso definitivo hacia las renovables, crear una política de precios justa, instaurar los bonos sociales para las familias con menos capacidad económica…
¡Fuera las manos privadas de la empresas eléctricas y también fuera las del Estado!; declaración de la energía como bien público internacional bajo la autoridad de una institución mundial que controle -y sea a su vez obligatoriamente transparente en su gestión- una energía limpia y económica para todo el mundo. Sería algo por lo que vale la pena luchar. Y lejos de la utopía, algo que ya nos está pidiendo el sentido común y la lógica desde hace tiempo.
LOGOI. Alberto Díaz Rueda
profesor69 dice
03 junio 2021, 23:48
Con motivo de la entrada en vigor del nuevo modelo de factura eléctrica en España, es interesante ver la posición que ocupa España entre los países de la Unión Europea, aunque no aparece en la parte alta de la tabla.
España se encuentra un poco por debajo de la media europea en cuanto al precio de la luz, de 0,1260 euros por kW/h (sin incluir impuestos y gravámenes) durante el segundo semestre de 2020. Sin embargo, uno de los debates en el país es la alta fiscalidad de la electricidad en España. Entre los impuestos que los españoles pagan en la factura de la luz está el IVA, del 21%, mayor que el de otros países europeos como Irlanda (13%), Italia (10%) o Portugal (6%).
José dice
Buena parte del problema, es el precio que se paga por el CO2. Dentro de los firmantes del protocolo de Kioto, solo en Europa, Japón y poco más, los siguen. Europa, no puede salvar al mundo. En tres cuartas partes del mundo, tienen problemas mas importantes que el cambio climático.