El artífice de la morcilla vegana tiene 30 años y hace dos se instaló en el medio rural bajoaragonés donde vive y trabaja
Desde hace un par de semanas, el término «morcilla vegana» ha cobrado cierta normalidad. Normalidad en su uso en conversaciones ya que ha sido, y sigue siendo, uno de los debates que se han puesto sobre la mesa. Sobre la mesa literalmente, al menos en la de la casa de Raúl Escuín.
Es la persona que está detrás de esta idea que ha lanzado desde Alloza, localidad en la que se instaló hace dos años y que no eligió por casualidad. La conoce bien y en ella se ha armado un modo de vida que espera que sea para muchos años. «He dado muchas vueltas y he tenido muchos trabajos porque enseguida me canso y necesito cambiar. Aquí ya llevo dos años, eso dice mucho», cuenta.
Con permiso de su jefe, que sigue adelantando faena con la olivas, Raúl se toma un pequeño descanso para explicar quién es la persona que está detrás de la morcilla con sangre humana de la que todos opinan y que está dando la vuelta al mundo.
Empieza por indicar que nació en Zaragoza hace 30 años y sigue por la conexión. «Alloza y Muniesa son los pueblos de mis padres y a los que siempre he venido hasta que decidí que no quería venir de visita sino que quería vivir aquí», explica. Desde entonces hizo del campo su modo de vida. «Con la ayuda de mucha gente recuperé unas fincas de olivar que tenía mi abuelo y se estaban echando a perder».
Cerca se escucha el ruido de la máquina que maneja su jefe. A sus 32 años, Javier Gracia realizó la incorporación a jóvenes agricultores. «Pasamos juntos once horas diarias y eso une», ríe Raúl. Así será hasta que acabe la recogida de la oliva, el trabajo que le absorbe y que combina con atenciones a los medios que, una vez pasado el fervor inicial, se siguen interesando por la morcilla con sangre humana de la que todos opinan que propone Raúl. Una revista inglesa y otra alemana están en su horizonte más próximo.
Asume las reacciones como algo lógico y normal. «Es chocante, es algo que llama la atención, eso está claro. Entre la gente hay de todo, también hay personas que al principio lo rechazaban y ahora les llama la curiosidad», añade. Es aquí donde sigue la tarea de Raúl ya que su intención es llegar a compaginar su vida en las tareas del campo con dar salida a la morcilla vegana. «El sufrimiento animal es consentido porque viene de tu parte y aquí no se le está haciendo daño a ningún animal ni se le está explotando, por lo tanto, yo considero que es vegano».
Explica que el origen de la idea está en un día de niño haciendo morcillas con su madre. «Con el tiempo me acerqué más al veganismo y conocí más a la gente concienciada con ello. Comenté la idea a una persona y de ahí surgió el vídeo de PlayGround», cuenta.
Desde Alloza para el mundo con morcilla, madera, agricultura…
La vida de Raúl ha girado alrededor de la salud, el deporte y la naturaleza. Estudió para auxiliar de Enfermería y para higienista dental. Trabajó unos cuantos años como socorrista y en las pistas de esquí en el Pirineo aragonés. No se imagina una vida en una oficina y menos, después de haber tomado la decisión de instalarse en la casa familiar de Alloza. «Tengo todo lo que necesito aquí. Es posible vivir en un pueblo aunque aquí en Teruel siempre estemos un poco dejados de la mano», dice. No obstante, reconoce que la vida en el medio rural es de todo menos fácil y por eso apela al arraigo y a la pasión. «Te tiene que gustar vivir en un pueblo, yo me vine por mis raíces», añade.
Asegura que desde que llegó no ha parado de aprender. «Vine sin saber nada del campo y entre mucha gente me han enseñado, cada día es un aprendizaje continuo en agricultura y en más cosas».
Las manos son su herramienta y desde que llegó lo está demostrando, entre otras cosas, sacando partido de su permiso para el aprovechamiento de maderas. Raúl es un artista y así se confirma con los grabados que realiza con electricidad, una curiosa técnica a base de cables colocados en polos opuestos. Si piensa en el futuro, en una comarca tan vapuleada con las últimas noticias, cree firmemente en que en el campo están muchas de esas alternativas nicho de empleo y, sobre todo, respetuosas con el medio ambiente.
«El estado del pinar es un desastre», advierte. «Yo en mi pequeña parcela procuro limpiar cuando voy a por madera pero eso no es nada», lamenta. Lo que hace con madera se puede ver en Instagram (@jacksfellas), al igual que su incursión en la fabricación de morcilla vegana con sangre humana a lo que también dedica una web (Tuytumorcilla) en la que explica su proyecto, su idea y se ofrece a resolver dudas en persona. «Estoy encantado de explicarlo e iré allá dónde me llamen, en eso me centraré», adelanta.
Echa cuentas y no encuentra a mucha gente de su edad y la que hay, se dedica en su mayor parte al sector primario. En este punto se suma a la conversación su jefe, que reivindica un poco más de caso para los pueblos. «He vivido en Zaragoza y aquí, y yo aquí lo tengo todo», explica. «Sin nosotros en las ciudades no comen», zanja.