Echando de menos salir a recorrer territorio de feria en feria ha pasado David el confinamiento. De hecho, lo sigue pasando porque para las ferias las normas siguen siendo muy estrictas en esta llamada «nueva normalidad». Él ha seguido trabajando. En ese sentido, su vida ha seguido más o menos igual en su día a día ya que siempre echa muchas horas en el taller. «Alguna tarde nos damos libre pero seguimos haciendo cosas, es trabajo y también lo que nos gusta», dice. Habla en plural porque comparte vida y oficio con María Carreras, la anterior protagonista de esta sección y quien le propuso. Su sello creativo es Nudo y pincel y el de David, Txupez Chambretas. «Es el mote que me pusieron los amigos y no hay nadie que se llame así. David hay muchos», ríe.
Cierto es. La firma de Txupez es inconfundible por el propio nombre y por los diseños. «Voy haciendo los dibujos que se me ocurren o plasmo dichos populares en dibujo… Cosas así. Hay un poco de todo y también hago encargos básicamente sobre diseños que ya tengo», explica. Tiene su ventana abierta al mundo tanto en Facebook como en Instagram (Txupez Chambretas) desde donde recibe las peticiones y realiza sus ventas a través de mensaje privado o whatsapp y donde muestra sus creaciones al mundo. «Me propuse colgar un diseño por día durante el confinamiento y todavía me quedan, tengo unos cuantos, ya voy teniendo trayectoria», sonríe.
Comenzó en esto hace casi diez años. El dibujo siempre le ha acompañado desde niño pero nunca había sido su medio de vida. «Hacía algunas camisetas por entretenimiento y para regalarlas a los colegas», rememora.

Tras años como repartidor de bebida, de paquetería e incluso en trabajos verticales pasó a engrosar la lista del Inaem. «María ya estaba haciendo sus creaciones de macramé y decidí comenzar con esto a saco», apunta. Los inicios fueron con artículos para niños como bodis o camisetas, y fue girando hacia el público adulto. El viraje laboral sucedió hace unos ocho años e implicó también un cambio vital de la ciudad al medio rural.
Zaragozano del Bajo Aragón
Txupez es zaragozano del 72 pero toda su familia procede de la provincia de Teruel. María y él dejaron Zaragoza para instalarse en Alcorisa, el pueblo de ella. Más tarde cambiaron a Aliaga y están ultimando su traslado a Jatiel a una casa con espacio para los talleres. «Nos vamos a unos kilómetros de Aliaga pero seguimos en la provincia, no le quitamos habitantes a Teruel que es lo importante», apunta.
Con el cambio a Alcorisa él mismo regresó a sus orígenes. Por parte materna procede de Valdelinares y Calanda. Por parte paterna hunde sus raíces entre Seno y Foz Calanda. «Me gusta esta tierra y no me movería yo ya de aquí, lo tengo claro», añade. Los fines de semana de su infancia y largas temporadas de verano tienen el sello de Foz y de Calanda. «Íbamos a ver a los abuelos y a la familia, de hecho, sigo teniendo bastante en Calanda, sobre todo», explica.

Pertenece a la Asociación Profesional de Artesanos de Aragón y cuenta los días para regresar a los mercados. Mientras, trabaja «a piñón» sacando encargos y haciendo algo de stock para cuando llegue el primero aunque no oculta su preocupación por la incertidumbre sobre unas restricciones «injustas que no las tiene en una tienda física donde la gente puede tocarlo todo». Tampoco sabe cómo le puede afectar la reducción del número de puestos. «Lo que está claro es que no se mide con el mismo rasero», suspira. «Tiraremos para adelante, como siempre, y vamos a ir a la primera feria a tope porque tenemos muchas ganas», concluye sin perder la sonrisa.