Para escribir ésta columna (justo el día siguiente del debate electoral en TVE 1) he tenido que apagar la televisión. Es la hora del Telediario y lo que escucho es una extensa letanía que repite frases, una por partido, como la del Rosario que tanto escuché en mi infancia y adolescencia, cuando lo religioso formaba parte de lo cotidiano en el ámbito de la creencia y en el -menos transcendente- de pasar el rato. Es curioso que en el debate electoral el líder de Unidas Podemos ofreciese algo que los de mi generación podemos añorar por existir durante el franquismo: una banca pública y un sector industrial nacionalizado. La política tiene estos vaivenes; y tiene también su liturgia, y esto de la campaña electoral, desde los debates al momento de depositar la papeleta en la urna, forman parte de ella.

El ser humano ritualiza sus acciones y es difícil prescindir de ese fenómeno de ‘cristalizar suntuosamente un comportamiento y darle sentido’, que no otra cosa podríamos decir hacen las liturgias.

Liturgia es ya para mi ir, cuando estoy en Caspe, a la cafetería del Visit Hotel. Este edificio diseñado por Ana Gómez Guallar, joven arquitecta caspolina, es como un templo y mentidero local, un lugar con columnas y porche-pórtico donde se entera uno de muchas cosas y en el que se comparte caspolineidad con otros. Oficia Manuel como abad anfitrión, y se degustan tapas de un euro, café muy bien tirado, y cervezas de toda Europa. Esto último tal vez sea porque al Visit acuden a hospedarse pescadores de países muy lejanos de Caspe, pero que ellos nos los acercan a través de estas visitas al Mar de Aragón, que se llega a ver desde la terraza del hotel.

Allí me presentaron a Roberto, que posee ilustres apellidos: Royo-Villanova, Martinez-Anido y Magdalena. Podría ser el remate de prohombres de una procesión zaragozana: el médico, el militar y el arquitecto municipal cerrando la comitiva. Éste caspolino de apellidos conocidos es el creador del Rally Clásico Ciudad de Caspe, que se ha celebrado, en primera edición, este año coincidiendo con ExpoCaspe, en la que tenía un estand promocional. El club caspolino de coches clásicos cuenta con 50 socios, algunos de Chiprana; quince de ellos acuden habitualmente a las competiciones de regularidad que se organizan por España.

Terminadas las Ferias de 2019 ya piensan en la carrera del año que viene. Se sienten herederos y continuadores de las que tuvieron lugar en Caspe a partir de 1967, año en que se celebró la primera, en la modalidad de velocidad, con participación internacional y del piloto caspolino Longás. Continuaron en años sucesivos como de regularidad, ya que para estas se exigían menos infraestructuras y permisos, y en las que siguieron participando pilotos estranjeros junto al caspolino Norberto Fontoba y al citado Longás. Mientras todo esto ocurría en Caspe, Vicente Olona sobrevolaba la Ciudad del Compromiso con su avioneta y aterrizaba en el aeródromo de su nombre. Añoranzas.

Alejo Lorén