Lejos queda el sol cálido del verano, pero en la provincia de Teruel el Covid nos ha hecho más europeos y ahora comemos helado hasta en invierno. ¡Adiós a la típica estacionalidad de las bebidas heladas! Para poder tomar un aperitivo fresquico hay ahora mucho que elegir: café congelado, té helado, cervecica con un extra de hielo, vino bien fresco y unas raciones de bravas que se derriten en la boca, literal. Resulta que, ya que dicen que hay que modificar el negocio para adaptarlo a los nuevos tiempos, me cuentan que en Cantavieja los bares se están reconvirtiendo y han aprovechado para fabricar hielo en las terrazas. Y ya hay una cantidad apta para la exportación.

Ya sabe el Gobierno de Aragón desde hace meses que en la sierra turolense y en Pirineo oscense estamos ya muy acostumbrados al frío y somos bien recios. Menos mal que, gracias a la Navidad, y a la economía de consumo, los bares tendrán un respiro estas navidades porque muchos ya tenían los dedos al borde de la amputación. Y creo que algunos ya estaban haciendo trámites para pedir la doble nacionalidad en Siberia porque entre las temperaturas y la densidad geográfica, allí se sentirían como en casa.

Siendo serios, los bares en muchos pueblos de nuestra provincia cumplen un servicio público casi tan importante como la tienda o como el consultorio médico. Sobre todo para aquellos trabajadores de las pymes que recorren habitualmente pequeños pueblos de Teruel sin poder comer en condiciones en un restaurante y descansar con una buena comida para volver al tajo. Paciencia.

Lucía Peralta