Hace poco más de una semana que tuvieron lugar las elecciones andaluzas y que el pueblo de esta importante región española dejó meridianamente clara su opinión: demandan un cambio liderado por el Partido Popular para acabar con 36 años de régimen socialista. Un resultado que no gustó a algunos y que provocó que el líder de Podemos cometiera la irresponsabilidad de alentar a la gente a salir a la calle para culpar a los demás de su propio fracaso.

En 1975, fecha del fallecimiento del dictador Franco, yo contaba con 3 años. Y 5 cuando en 1978 todos los españoles respaldaron mayoritariamente la Constitución. En aquellos tiempos, como es lógico, no cabían cuestiones políticas en un niño de esa edad, pero el paso de los años no es impedimento para que lleguemos a apreciar el trabajo realizado por muchas personas que, aún pensando de manera muy diferente, fueron capaces de llegar a un mismo fin: una Constitución que sembrara la paz y la concordia del país.

40 años después de aquel éxito democrático sí que puedo afirmar con rotundidad que desde entonces se han vivido los años más prósperos del país. La Constitución dio paso a la democracia y ese sistema enterró el anterior régimen franquista. Pasamos de una etapa de negación de libertades y derechos, a una de reconocimiento y ejercicio de los valores y principios democráticos.

Por ello parece mentira que haya formaciones políticas y dirigentes que no entiendan todavía que gracias a la Transición y a la Constitución hoy tenemos un sistema plenamente democrático en el que cualquier opción política puede tener cabida y participar plenamente de la vida política española. Y a pesar de esto reniegan de esa etapa de nuestra historia…

Como dijo Adolfo Suárez Illana en una entrevista referida a la Transición, «pensar distinto no es enfrentarse, pensar distinto es enriquecerse». Esta frase resume bien a las claras el espíritu de la Transición y el origen de una Constitución que algunos dirigentes deberían valorar más.