Tal como están las cosas en éste país en sobre cómo usar el lenguaje no se si contravengo lo políticamente correcto usando terminología taurina. Actividad, el toreo (llamado «el arte de Cuchares») que de arte, según sus detractores, tiene muy poco y sí mucho de crueldad sangrienta.

Pero, al igual que usé una ‘frase hecha’ en una columna anterior nombrando al Mediterráneo (y no se me entendió, por cierto) uso ahora otra, y espero se entienda mejor que se entendió la otra, sobre la que, por lo leído en las opiniones de los lectores, en nombrando el Mediterráneo no se puede hablar más que de su aspecto cultural, político o comercial: los fenicios, la flota de la Corona de Aragón, o el posible ‘corredor’ viario.

Pero yo ‘entro trapo’ ahora, es decir, ‘envisto’, hacia las frases que me dedican algunos de mis amables lectores, que me acusan, sobre todo, de «no aceptar opiniones contrarias a la mía», diciendo que: «hay que estar de acuerdo con él, o de lo contrario, ya se sabe, lo toma como una ofensa… lo digo por experiencia». Y esto me lo dice alguien amparado en un pseudónimo, con el que no es que no pueda estar o no de acuerdo, es que como desconozco quién es, no lo puedo invitar a un cafe, con o sin leche.

O -muy educadamente, eso sí-me dice (resumiendo) otro: «parece que en sus últimos artículos esta huyendo de temas que puedan ocasionarle debate o polémica; me da la impresión que las críticas le han provocado un efecto defensivo» . No es, amable lector, esa mi intención al variar de asuntos, si no la de no aburrir al centrarme siempre en un tipo de ellos, y poder así hablar de lo que -por una u otra razón- tengo más cercano cada día. Que las ultimas columnas son «difícilmente rebatibles», es posible, pues son descriptivas; pero es que no escribo sólo para crear polémica; además, estamos en verano y hay que combatir el calor con la tranquilidad y lo cotidiano.

Sobre lo de que de las últimas «no opine nada el sr. Ramón» (del Guinardó), o sea las ignore, pues, francamente, está en su derecho: no tengo con él ningún tipo de interesado trato.

Agradezco, por otra parte, que algunos lectores hagan crítica de mis columnas (que son las que son) como ocurre en esta elaborada opinión: «Uff, Uff, los últimos, sin ton ni son; y, como siempre, lo mismo. Pero claro, si no estas de acuerdo con él, pierde los papeles enseguida, como vulgarmente se dice. Creo, que es debido…. Perdón no se puede opinar. Que tenga un buen verano.» Opinar, se puede: tu lo estás haciendo y, además, muy educadamente.

Sí quiero pedir disculpas por si a alguien le pareció excesiva o fuerte la expresión «tener mala leche» que use en la columna en la que (por lo dicho) «perdí los papeles». Mi intención sólo era describir de forma coloquial lo que -creo- estaban haciendo algunos que intervenían reiteradamente, siempre sin decir casi nada, pero sí (era vidente) tratando de molestar. ¿Como le llaman a eso ustedes? Si lo hubiera escrito ahora, tan reciente la Olimpiada de Tokio, ¿debería haber escrito: «tocar las pelotas?».

Alejo Lorén. De cal y arena