El año pasado jugué con Richard Gasquet, era en teoría el mejor (…) este año no ha venido, y mira, he ganado yo». Estas eran las palabras que pronunciaba un Rafa Nadal de tan solo trece años en una entrevista que se ha hecho ahora viral a raíz de su reciente victoria en Australia. Pues sí, una vez más y contra todo pronóstico Rafa Nadal ha hecho historia convirtiéndose nada más y nada menos que en el primer hombre (que no tenista, pues eso ya lo consiguieron Margaret Court, Serena Williams y Steffi Grad) en alzarse con veintiún Grand Slams. Y con dos Campeonatos de Wimbledon, trece Roland Garros, dos Australian Open y cuatro US Open. En otras palabras, todo un hito.

Gracias a este impresionante récord, Rafa ha ocupado en los últimos días numerosas primeras planas en periódicos de todo el mundo. No obstante, casi todos han resaltado un aspecto que no se suele predicar de todos los profesionales exitosos: su humildad. Pese a ser un icono y ejemplo mundial, Rafa sigue con la misma mentalidad que tenía con trece años y, quizás, sea esto la clave de su éxito. De hecho, pocas veces sucede que hasta los rivales feliciten al ganador a través de emotivos mensajes como el dedicado por Federer.

El seguir teniendo los pies sobre la tierra, no mirar nunca por encima del hombro y ser capaz de reconocer las limitaciones de una/o misma/o con el solo objetivo de superarlas, son las cualidades que acaban marcando la diferencia. Pero no solamente estas, sino también la ética de trabajo y anhelo por la autosuperación y excelencia que tan esenciales son para el logro de cualquier meta. Parece ser que Rafa las tiene todas, y más. Es de la misma manera conocido por su faceta filantrópica y la fundación que lleva su nombre, la cual pretende promover la integración de niños y jóvenes a través del deporte y cuyo lema es un claro resumen de su filosofía personal: «Trabajo siempre con un objetivo: mejorar como jugador, y como persona».

En definitiva, muchas lecciones se pueden aprender de profesionales como Rafa, pero si cabe destacar alguna de ellas, sería la humildad. Pues, siendo honestos, ¿quién preferiría seguir conduciendo un Kia teniendo un Aston Martin y un Lamborghini? La respuesta es simple, Rafa Nadal. Número uno y referente dentro y fuera de la pista.

María Micolau. Desde Valjunquera