Polémicas, discusiones, guerras virtuales en redes sociales, pequeños problemas que arrastran multitudes y grandes problemas diluidos entre todas las absurdeces anteriormente citadas. Así estamos.

Sigo con mi espiral de columnas ciertamente apocalípticas, pero me sigue pareciendo que vamos de mal en peor, que el tema del virus ha sido un acelerante para un incendio que se vislumbraba hace tiempo. El nivel de crispación vuelve a estar por las nubes y no es lo único…

No conozco en profundidad a todos los que están moviendo los hilos de todo esto, pero si puedo asegurar que no son pocos los que se están beneficiando de todo esto. Han vuelto los peores tiempos del «y tú más», la clase política y dirigente en general vuelve a conseguir que todas y cada una de sus barbaridades queden en segundo plano, porque estamos demasiado entretenidos discutiendo nimiedades mientras no quitamos la vista del dedo que señala a la luna. Por todo eso llamo a lo que sucede la jugada perfecta, porque después de todo lo que ha pasado las cosas solo van a cambiar a peor.

No solo culpo a Ayuso, a Iglesias, a Sánchez o Casado, es una mentalidad y me responsabilizo como ciudadano de prestarme a todas estas memeces con las que perdemos el tiempo, mientras sigamos sin afrontar los problemas de fondo que nos acechan.

¿Alguien me puede explicar de alguna manera que yo lo pueda comprender, cómo se pueden ver cosas cómo un centro de salud en pleno Madrid que atiende a miles y miles de personas que solo tiene cinco personas trabajando? ¿Y en Teruel que hemos hecho para tener solo seis UCI para más de cien mil personas con una media de edad tan elevada? ¿O por qué tenemos un circuito de moto GP (contra el cual no tengo nada) pero en la misma localidad durante lustros no se ha podido construir un nuevo hospital acorde a nuestras necesidades? Podría seguir con la retahíla de preguntas hasta el infinito.

Por todo ello, me niego a prestarme al juego de culpar o defender a unos u otros, esto es un fracaso común fruto de una sociedad inmadura, a la que nos ha preocupado demasiado poco lo importante, hasta que le hemos visto las orejas al lobo y de postre una crisis económica para la que no estamos bien preparados. Es lo que tiene haber instaurado como norma el perfecto pensamiento acrítico, mucho ruido y literalmente ninguna nuez y encima la gente creyéndose rebelde por darle palmadas a las soflamas populistas del Abascal de turno (por decir uno).

Cansa tanta medianía, cansa saber que otra vez no tendremos los santos cataplines de que éste país pueda construir respiradores sin recurrir a la Seat o que igual no hay ni para pagar a los que están en ERTE pero su majestad en Marivent de vacaciones o el presidente de paseo en el avión. Siempre lo digo, aquí estamos y pensamos seguir estando, pero que bonito sería unirnos por una vez para algo que valiera la pena.

Víctor Puch