Escribía el dramaturgo Bernard Shaw que «La libertad supone responsabilidad» y el filósofo H.G. Keyserling añadía: «La libertad y la ley sólo se mantienen en equilibro saludable cuando la libertad decide desde adentro limitarse a sí misma por la ley». Tras 99 días de estado de alarma entramos en la supuesta normalidad. Pero hagámoslo con seso, es decir con inteligencia y prudencia. Mientras, la prensa advierte de rebrotes del SARS-CoV-2 en países modélicos en la lucha antivirus: Alemania, China, Japón y Nueva Zelanda, en España, los contagios continúan al alza con más de 50 fallecidos la pasada semana: contamos ya más de 28.000 y superamos los 245.000 casos. En Cataluña suben los contagios entre los jóvenes entre 15 y 29 años. Según la OMS el virus está acelerando de nuevo: el jueves hubo 150.000 contagios más en el mundo.

Se repiten llamamientos a la responsabilidad personal. La gente es consciente de sus derechos pero olvida sus deberes. Por eso todas estas palabras se las lleva el viento. Me llega un texto de un Colegio de Médicos: «Queremos hacer un llamamiento al sentido común de las personas que han tomado esta libertad de movimientos como el fin de la pandemia…Infectarse con el coronavirus no es una simple gripe: después de fiebres altas, dolores de garganta y opresión en el pecho, llega lo peor, necesitas ventilación…a base de una intubación que se hace bajo anestesia general.

Consiste en 2 a 3 semanas sin moverse… con un tubo en la boca hasta la tráquea, que te proporciona oxigeno a presión. No puedes hablar, ni comer, ni hacer nada. Estás sedado a causa de las molestias y el dolor…Durante el tiempo que el paciente precise la máquina para respirar debe estar en un coma inducido. En 20 días un paciente joven llega a tener una pérdida de masa muscular de un 40%, y una recuperación de 6 a 12 meses, asociada a traumatismos diversos… por esta razón las personas ancianas o frágiles no aguantan.»

Y respecto a los jóvenes, se ha revelado una gran cantidad de asintomáticos. Si hay relajo en las medidas de distancia interpersonal y mascarillas, corremos el peligro de un rebrote generalizado. Por tanto, recuerden, la falta de responsabilidad condena la libertad.

Alberto Díaz Rueda