Durante todo este tiempo he evitado críticas concretas a las medidas que el gobierno con mayor o menor acierto ha ido tomando, considero que el problema político es sistemático y profundo, además las alternativas en la oposición no me ofrecen ningún tipo de garantía de gestión, miento, los del pimentón me dan la garantía que hubieran multiplicado el desastre. También he tratado de tener muy presente que en este país potencial productor de ministros de sanidad y epidemiólogos, yo no lo soy, aunque algunos no sé donde obtuvieron el titulo, pues no saben ni escribir un mensaje en sus redes sin que parezca que haya desaparecido medio abecedario, pero sí saben gestionar la crisis sanitaria mundial más grande de las últimas décadas… También hay ejemplos muy buenos y cercanos que quede claro, que lo que hacen nuestros sanitarios o los trabajadores del hotel Ciudad de Alcañiz, no es moco de pavo, hay que ser muy valiente.

Dicho todo esto, hoy sí quiero hablar de un aspecto concreto de la nueva fase en la que hemos entrado, el desconfinamiento:

Habían tenido tiempo de asumir y escuchar criticas de todo tipo y esperábamos que desde el puesto de mando se aprovechará el desconfinamiento para hacer un plan muy bien estudiado y justo, que partiera de la base de la diversidad de nuestro territorio, en cuestiones tan sencillas como el número de casos y habitantes.

Se hiciera lo que se hiciera, se iba a criticar, eso lo reconozco, pero es que hay medidas que solo obedecen a la lógica urbanita e hiper centralista y este país es mucho más grande que sus ciudades y su capital.

Me ha dolido que el desconfinamiento haya servido de nuevo para poner en la palestra que la España abandonada es también la España olvidada, nosotros.
La desescalada tenía que haber sido más proporcional con los territorios más despoblados. Somos los últimos para todo, somos tan pocos que la tenebrosa sombra del virus parece haber pasado de nosotros relativamente de largo. Pero para una vez que era justo que se nos «privilegiara» nos recuerdan que por mucho que lo gritemos y recordemos para ellos no existimos.

Y no existimos por varios motivos, no es que haga falta gente de Teruel en los más altos niveles, es que hace falta que alguien de los altos niveles haya nacido en Pekin o en Pedrola, tenga una mentalidad fundamentada en los modos de vida y realidad del medio rural.
Es inexplicable que salvo nueva orden, Gargallo donde vivo y no creo que estemos ni cincuenta personas en estas fechas, tengamos que ir de la mano de ciudades que tienen más habitantes que toda la provincia de Teruel. Dicen que tenemos una España de dos velocidades y yo más bien veo que solo tenemos una velocidad, pero es una velocidad que machaca por sistema a las provincias como la nuestra. Que rectifiquen y demuestren que además de oír, también escuchan.

Víctor Puch