Según lo que nos han contado, los orígenes del Día de los Santos Inocentes no debería ser motivo de ninguna celebración, sin embargo nuestra sociedad lo ha transformado en una festividad que se presta a la broma y la burla, tal vez como bálsamo para tranquilizar conciencias o como venda en los ojos para evitar ver la realidad.

De lo que ocurrió hace más de 2.000 años, podemos fiarnos más o menos, según nos creamos, o no, la rigurosidad de quien escribió la historia, o la mandó escribir; sin embargo hoy, dos mil años más tarde nuestras calles, nuestras vidas están llenas de otros inocentes que sufren las consecuencias de las decisiones que otros tomaron.

No necesitamos historiadores para ver cada día a través de los medios de comunicación y de las redes sociales que los desahucios siguen dejando a gente en la calle, en Aragón casi mil ochocientas personas fueron desahuciadas en 2017; noventa y seis mujeres y menores fueron asesinadas este año que está a punto de terminar a causa de la violencia machista, y todavía hay quienes se niegan a reconocer estos asesinatos como un problema de Estado; casi doscientas mil personas se encuentran en riesgo de pobreza y exclusión social en nuestra Comunidad; las listas de espera para una intervención quirúrgica siguen siendo desesperantes, incluso los tiempos para la realización de una prueba diagnóstica puede llevarnos hasta un año de duda e incertidumbre. A estas inocentadas (que de cómicas no tienen nada) podemos sumar ese tren que viaja tan despacio que nos permite ver hasta el paso del tiempo, o el incierto futuro de una de nuestras Comarcas que fue puntera en industria y desarrollo y que ahora paga las consecuencias de la falta de planificación de quienes gobernaron durante años y el interés económico de Endesa, que es incapaz de presentar una transición y una alternativa de futuro que revierta al pueblo toda la riqueza que extrajo de sus suelos. Será que en sus cuentas de resultados no imperan los sentimientos de solidaridad y fraternidad que celebramos estos días.

No queremos más inocentes que sean los paganos de estas crisis que otros provocaron, no queremos más gente sin casa, ni casa sin gente; no queremos que la salud sea un negocio, sino un derecho; no queremos tener miedo cuando salgamos a correr, nos queremos vivas; no queremos que nuestra tierra se vacíe por dentro y por fuera.

Queremos que toda la inocencia que veamos sea a través de la sonrisa de un niño.

Nos revelamos contra estas pesadas bromas que están dejando por el camino a tantos inocentes, dijimos ya basta y salimos a las calles; nos dijeron que montásemos un partido y así lo hicimos, nos organizamos y nació Podemos.

El Círculo Podemos Alcañiz puede sentirse orgullo de ser uno de esos primeros círculos que se constituyó en España. Había mucho trabajo hecho previamente, muchas reuniones, muchas horas de diálogo, de debate, de acalorado debate en ocasiones, por qué no, pero sobre todo muchas ganas de luchar contra los recortes en derechos y libertades que nos habían impuesto con la excusa de una crisis que ni nosotras, ni muchos inocentes, habíamos provocado.

Hay mucho trabajo hecho en estos cuatro años desde que nació Podemos, pero falta más. Los viejos (y nuevos) partidos se aferran a las instituciones porque ven peligrar sus privilegios o porque temen que esta vez en la historia ellos no sean los protagonistas, o no sean ellos quienes la escriban.

Hoy damos un paso más y abrimos en el Bajo Aragón las puertas a un espacio en el que caben todas aquellas personas que creen que las herramientas para construir la historia, para construir un país que no deje a nadie atrás, son la palabra, el diálogo, el respeto y la fraternidad.

Estamos convencidas que Unidas Podemos, sed bienvenidas.

*Diputada de PODEMOS en las Cortes