Generalmente hemos escuchado, leído y visto en mil programas de radio y televisión cómo la cocina de la abuela prevalece por encima de la mal llamada «new cocine». Se han escrito cientos de libros sobre las recetas de la abuela, reflejando, que por mucho que se actualice este mundo, lo que esta bien hecho, por mucho que cambien las cosas, siempre estará bueno. Y esto mismo que comentamos de la magnifica forma que tenían nuestras abuelas de cocinar, lo podemos extrapolar a la inversión en Bolsa.

Todos los que seguimos el mundo de la Bolsa debemos considerar y aceptar, que los movimientos en bolsa se corresponden siempre con ciclos estacionales y con patrones generacionales. Por eso, la Bolsa sigue viva. Unas veces nos gustará más, otras nos gustará menos. Unas veces será más fácil de manejar, otras más difíciles, pero la bolsa, en cualquier caso, nunca está sujeta a patrones definidos, ni a fórmulas matemáticas, ni a herramientas sofisticadas. Estas sirven para faenar por sus aguas siempre peligrosas, incluso cuando están en calma, pero con estas herramientas por si solas nunca podremos llegar a buen puerto. Y es que gracias a esta «imposible adivinanza» de lo que nos pueden acontecer los mercados, la única que tiene la razón es la propia bolsa. Por eso la sabiduría de nuestros predecesores es muy importante el tenerla en cuenta, pues siempre se ha dicho que sabe mas el diablo por viejo que por diablo.

Y es por eso, que la cartera de tu abuela saca más rentabilidad que la de los profesionales. Y de esto al igual que de las recetas de la abuela, se han escrito muchos libros, sobre la evolución de los mercados utilizando los valores más seguros.

Estos libros señalan tras analizar el comportamiento de la bolsas, que los valores que normalmente forman parte de las carteras más conservadoras y de más largo plazo (comúnmente llamadas la cartera de la abuela), han batido a los principales índices en la gran mayoría de los años analizados, ganando entre un 10% y un 20% más, que lo que consiguen de media los analistas profesionales, y todo esto sin contar los dividendos.

Con estos grandes valores aburridos, estables y ampliamente seguidos, los inversores profesionales tienen dificultades para ganarse sus honorarios. Por lo que los fondos de inversión, y sobre todo, los fondos de cobertura rara vez poseen un posicionamiento completo en estas compañías, y se decantan por compañías volátiles y de más rápido movimiento, con vínculos más estrechos con el ciclo económico y de beneficio a corto plazo. Y todo lo anterior, para decir que está muy bien esta modernización que esta llegando a la cocina (mercado), pero de vez en cuando, daros el gusto de haceros una receta de la abuela.

Raúl Cirugeda Conejos