Me afilié al Partido Aragonés el año 2000, cuando las Cortes aprobaron una moción de dicho partido solicitando que «La Ciudad del Motor de Aragón» se convirtiese en uno de los proyectos estratégicos de la comunidad y el Gobierno constituyó la sociedad pública CIMASA para su construcción y explotación. El proyecto, de dimensiones y características desconocidas e inimaginables para la mayoría de los políticos de la época, avanzó despacio durante un lustro, a la espera de algo más que buenas intenciones. Ese «algo» más lo aportó una de las tres personas que en Aragón tenían capacidad para hacerlo por aquél entonces, y que además quiso hacerlo; José Ángel Biel. Lideró un equipo que fue incorporando a los mejores técnicos del mundo en urbanismo, ingeniería, arquitectura y organización deportiva. Y ahí arrancó en 2009, una instalación que fue premiada como mejor complejo internacional del motor en los «Professional Motor World Expo Awards» 2010, y como mejor Gran Premio de MotoGP por el IRTA (distinción que repetiría en 2013 y 2015).

Muchos alcañizanos y bajoaragoneses nos sentimos partícipes de la trayectoria histórica, la autoría intelectual o la materialización del proyecto, y pensamos que habíamos contribuido a que Motorland fuese una realidad. Pilotos, comisarios, miembros de clubes y asociaciones, políticos, empresarios, periodistas, aficionados… Todos discutíamos, no sin razón, que sin nuestra contribución, nada de lo existente hubiese sido posible. Mis estudios posteriores en investigación de ciencias sociales me han permitido entender que la mayoría de nosotros fuimos, en realidad, una condición INUS, un acrónimo que traducido del inglés significa «parte insuficiente pero necesaria de una condición innecesaria pero suficiente», que viene a significar que todos fuimos vitales para alimentar y dar sentido a la demanda de Motorland, pero si no hubiese habido quien se esforzó en poner sobre la mesa el presupuesto necesario no se hubiese materializado el proyecto.

La crisis económica que afloró en España en primavera de 2011 aplazó «sine díe» la financiación del área lúdica y la de servicios, frenó el desarrollo del área tecnológica y borró del universo de lo posible las infraestructuras de transporte ligadas a Motorland como la A-68 o el ferrocarril, pero todos entendimos lo que sucedió hace una década. Lo que yo no comprendo, ni en sus trazos gruesos, es lo que está sucediendo en 2021. El mismo Partido Aragonés que bajo la anterior presidencia impulsó el mayor proyecto estratégico de Aragón es responsable activo en su agonía actual. No hay defensa intelectual de Motorland, ni nuevas inversiones, ni agilidad en la renovación de la principal prueba deportiva, MotoGP, ni se busca alternativa alguna a su pérdida. Tampoco hay un plan creíble de desarrollo de Tecknopark, más allá de la pura supervivencia, ni de continuidad de inversión en las instalaciones de ocio y servicios pendientes. Mientras el FITE 2021 va a ser extensamente utilizado para el engrandecimiento del resto de proyectos estratégicos (y tácticos) de la provincia, el Bajo Aragón ha sido abandonado institucionalmente, con la colaboración activa de mi partido. Ninguno de los objetivos que figuran en el programa electoral del Partido Aragonés en Alcañiz está siendo defendido por el actual Gobierno de Aragón, del que forma parte imprescindible el mismo Partido Aragonés que debería impulsarlos.

En estos momentos tristes de falta de liderazgo social y económico de Alcañiz y del Bajo Aragón que tiene su reflejo en el vergonzoso FITE 2021, el PAR ha dejado de ser útil para esta tierra. Ya no es posible que nueva savia pueda devolver la vida al tronco seco de un partido en clara decadencia. Tras 21 años llenos de ilusión, satisfacción, y trabajo, en los que incluso llegué a ser concejal de mi ciudad durante un mandato corporativo, he solicitado la baja como militante del Partido Aragonés, consciente de que ni los valores que representa, ni el gobierno que ejerce son ya útiles para mi tierra.

Juan Carlos Bosque. Alcañiz. Correo del lector