Llega septiembre, los pueblos van volviendo a la normalidad poco a poco, pasan las fiestas, se acaba el verano y el mundo rural vuelve a quedarse vacio. Los veraneantes se van, la gente del pueblo que estudian o trabajan fuera van saliendo poco a poco a comenzar con su rutina, algunos volverán los fines de semana, otros tardarán un poco más y otros no volverán hasta el siguiente verano.


Las calles de los pueblos vuelven a respirar calma, parece mentira que en cuestión de días se pase de un ambiente festivo a ver las calles como si estuviésemos en pleno invierno. Los bares no están tan llenos, las plazas de los pueblos tienen huecos para sentarse, las calles no están masificadas de coches.


Por las noches se deja de «salir a la fresca», los pequeños empiezan el colegio, en los pueblos que por suerte se pueden mantener, ya que cada año, desgraciadamente son más los pueblos que deben cerrar las puertas de los colegios debido a la falta de niños en ellos, y en muchas localidades tienen que agrupar a los niños de diferentes edades en la misma clase por el mismo motivo.


Los del pueblo siguen su vida, continúan con sus trabajos, muchos se centran en la recogida y recolecta de frutas y hortalizas, en este mes también comienza la vendimia, que da trabajo extra durante la campaña de recogida, el melocotón también es una fuente de trabajo e ingresos que proporciona gran prestigio y reconocimiento por nuestras comarcas.


No todos son trabajadores del sector primario, también contamos con empresas de otros sectores las cuales siguen trabajando duro para mejorar la calidad de vida del medio rural.
No todo es malo, la tranquilidad también es necesaria, y quien elige vivir en un pueblo es capaz de valorar esto como algo que mejora su calidad de vida.

Saúl Riba – PAR Mas de las Matas