La recuperación de un clásico olvidado y sepultado por esa atroz avalancha de insustanciales novedades que inunda -literalmente- las librerías, es todo un acontecimiento que celebramos con entusiasmo. En este caso ha sido la exquisita editorial Errata Naturae la que nos ha recuperado una estupenda e impactante novela de la primera mitad del siglo XX. Se trata de «EL VIENTO», texto que fue adaptado al cine mudo en 1928 a cargo de Víctor Sjöström, con una inolvidable Lillian Gish como protagonista, y que está considerada como una de las mejores películas de la historia.
Su autora, la norteamericana DOROTHY SCARBOROUGH (1878-1935), merece un reconocimiento especial, ya que creó un género diferente -e impactante- para aquella época. En verdad, es una gran «novela gótica americana», con ecos de «Cumbres borrascosas» y con páginas a la altura de «Ancho mar de los Sargazos», de Jean Rhys; pero, a la vez, también es un wester social que sirve de denuncia a la dura vida de las mujeres del Oeste: mujeres que se encontraban solas en un radio de muchos kilómetros, sufriendo las penurias de una tierra todavía salvaje y la brutalidad de unos hombres dedicados al ganado y al alcohol. La denuncia de todo ello, hecha con la eficacia de una pluma certera, austera y bellamente poética (señas que, tiempo después, le darían la fama a una de sus alumnas: Carson McCullers), levantó una gran polémica, sobre todo en su Texas natal, donde no se respiraba la misma modernidad que en las grandes ciudades.
La novela narra, pues, la peripecia de Letty, una joven de Virginia, humilde, pero educada con primor, que tras quedarse huérfana se instala en Texas en casa de su primo, su único pariente. Es esa una tierra hostil, casi desértica, una tierra víctima de una sequía apocalíptica que parece odiar a todos los seres humanos. Ya en el tren que la lleva a su nuevo hogar, Letty conoce a un hombre misterioso que le advierte del terrible viento de Texas, un viento tan fuerte que le hará perder la lozanía y, aún peor, la aterrorizará. Letty, como las heroínas de la novela gótica, se enfrenta a una realidad perturbadora. Se encuentra sola, sin ningún apoyo: la mujer de su hermano le es hostil, igual que la naturaleza y los rudos hombres que la pueblan. El viento, ese viento cruel del que le habló aquel hombre, se convierte en la metáfora de su opresión. Letty es como un animal doméstico liberado en una selva que lo devora; es como la protagonista de «Rebecca» que llega a un viejo caserón que la rechaza. No puede huir, y ese es el verdadero terror, no la intensidad del viento o las agotadoras tareas del campo o el agobio continuo de los hombres «ordinarios». Es el miedo a vivir en medio de la soledad y lo desconocido…para siempre.
Creo, sinceramente, que esta desasosegante historia no dejará indiferente a nadie que transcurra por sus páginas. Y eso es, en el fondo, lo que diferencia a los buenos libros, de siempre.
Miguel Ibáñez. Librería en Alcañiz