Hace unos días vi una imagen en redes sociales que llamó mi atención y me invitó a reflexionar sobre el abuso de autoridad que estamos viviendo bajo el amparo del COVID. En la imagen se veía a dos corredoras de relevos. La encargada de pasar el testigo simbolizaba a la derecha del s.XX, la que lo recibía, a la izquierda del s.XXI, mientras que el testigo que se pasaban representaba la privación de derechos y libertades.
La viñeta venía a razón de un escrito en el que se criticaba la creación de una Comisión Permanente contra la Desinformación por parte del Gobierno Central para luchar, supuestamente, contra las noticias falsas creadas por potencias extranjeras con respecto al COVID. Y digo supuestamente, porque la propia Ministra de Exteriores afirmó que el verdadero objetivo era evitar que los medios de comunicación españoles publicaran datos falsos. El problema, como ocurre siempre que se intenta limitar la libertad de prensa, es definir qué se entiende por falso. No hay que olvidar, que al principio de la pandemia se acusó a algunos medios de propagar bulos por afirmar que el uso de mascarillas reducía la propagación del virus.
Si a este claro intento de reinstaurar la censura en nuestro país, sumamos la imposición de un toque de queda y las restricciones en la movilidad, parece que el ejecutivo socialista-comunista que nos gobierna, presenta más similitudes con los gobiernos autoritarios del siglo pasado, que con el gobierno democrático, moderno y social que prometía asaltar los cielos cuando estaba fuera del poder.
El argumento de que la situación sanitaria empeora por culpa del mal comportamiento de los ciudadanos se ha convertido en habitual en cualquier conversación, eximiendo al ejecutivo central de cualquier tipo de responsabilidad. Bajo este pretexto, el gobierno justifica la privación de nuestros derechos más fundamentales, como la libertad de circulación, amparándose en el razonamiento básico de cualquier régimen populista, lo hacen por nuestro bien. Son los ciudadanos los culpables de que no se baje el IVA de las mascarillas, de que no se hayan establecido mecanismos legales para reconocer las diferencias entre las zonas rurales y las urbanas a la hora de adaptar las medidas de seguridad o de que no se haya aumentado el número de médicos y hospitales desde el inicio de la pandemia.
Tenemos un gobierno, que nos infantiliza, tratándonos como niños desobedientes que necesitan de un gobierno fuerte que les diga lo que pueden o no pueden hacer como única vía para cumplir las normas; un gobierno que nos tiene que decir qué es o qué no es verdad porque somos incapaces de desarrollar por nosotros mismos un pensamiento crítico; un gobierno que ha logrado que veamos como normal que se multe a una persona por sacar a pasear el perro a las doce de la noche.
No es la finalidad de este escrito analizar si estas medidas son o no necesarias para lograr vencer al maldito bicho, sino recordar al lector lo mucho que se hemos sufrido para lograr los derechos y libertades de los que disfrutamos hoy en día. Vivimos en un país con muchos defectos y muchas virtudes, pero, ante todo, vivimos en un país libre, que puede dejar de serlo si como ciudadanos no cumplimos nuestro deber de vigilar a quien detenta el poder. Evitemos que esto pase. Como dijo A. Philip Randolph «la libertad nunca es dada; se gana».
Silvia Casas – Analista política y concejal de Alcorisa PP
Pedro ( de Aliaga) dice
No veo grandes diferencias entre este gobierno y sus alternativas. Todos tienen en común que son enemigos de la Ilustración, y el pensamiento científico. Totalmente de acuerdo con las líneas generales del razonamiento, es difícil escapar del «1984» y «El mundo feliz» en el que estamos inmersos. Ubi dubium ibi libertas ( donde hay duda hay libertad). Recomiendo el detector de camelos de Carl Sagan, «Está usted de broma Mr Feynman «, todos los escritos de Bertrand Russell, y tantos otros.
Susana dice
Sinopsis de La cultura de la libertad:
Cómo ha afectado Internet a nuestras relaciones y forma de vivir
Este libro es un canto a la libertad. Defiende la libertad individual frente a la arrogancia de los políticos, que pretenden saber mejor que nosotros mismos lo que nos conviene; a veces, incluso sacrifican nuestros intereses de animales adultos realmente existentes en aras de fantasmas inexistentes como los dioses o las naciones. La ausencia de libertad reduce nuestras alternativas, estrecha nuestro horizonte, mella nuestra creatividad, nos impide dar lo mejor de nosotros mismos y nos condena a vivir vidas menos interesantes y felices lo de que podrían ser.
Esta obra contiene también un análisis riguroso de la cultura, sobre todo en sus aspectos más relevantes para el auge de la libertad. Ilumina con claridad, precisión y desparpajo poco comunes cuestiones tales como la democracia, el mercado, los derechos, las libertades, las religiones, las lenguas, la nación, la soberanía y la interferencia del Estado en la economía.
Aunque la libertad individual sea nuestro máximo valor político, no se puede olvidar que el mundo está lleno de individuos violentos, crueles y peligrosos, y que la seguridad frente a las agresiones del prójimo es una exigencia irrenunciable de cualquier orden social. Por eso, el libro presta especial atención a la cultura de la violencia, de las armas y de la crueldad. Indaga sobre cómo organizar nuestra convivencia de tal modo que la libertad sufra los menos recortes posibles, lo que incluye la exigencia de reformar nuestra cultura política, reducir la violencia y opresión que asolan gran parte del mundo y desmontar el obsoleto sistema político mundial, basado en los Estados nacionales soberanos. Todas las tendencias profundas de nuestro tiempo apuntan en la dirección de la globalización y el cosmopolitismo, que además constitutyen el marco más favorable para el florecimiento de la libertad, como aquí se muestra con un enfoque fresco, directo, original y sin tapujos «políticamente correctos».
Pedro ( de Aliaga) dice
Silvia nos ha removido las entrañas con sus líneas que siempre invitan a la reflexión y no puedo sino agradecer que escriba y animarle a que siga. Ahora, Susana, agradezco la sinopsis de un libro fuertemente relacionado con el análisis de Silvia, para mi sorpresa, no lo tenía entre mis estanterías, lo he comprado, admiro a su autor desde hace años, en una tarde lo he leído, no puedo dejar de sentir placer en cada línea que Jesús Mosterín ( su autor) ha escrito en «La cultura de la libertad». Gracias a las dos.
Susana dice
Nuestra clase política (que como dice Noam Chomsky maneja la prensa española) no dista mucho de una tertulia de tele5. Aquí va un enlace a un artículo antiguo donde se diferencia a los «cuñados» de los pocos ilustrados.
Enlace
Pedro ( de Aliaga) dice
De modo que, últimamente, la izquierda no solo consiste en decidir qué memoria es democrática y cuál no, en defender la autodeterminación de género sin zarandajas biológicas, en crear una comisión gubernamental de la verdad para penar a quien se salga del carril…, sino también en facilitar el arrinconamiento de la lengua común de todos. Lástima no haberlo sabido hace años: nos habríamos quitado antes. Así se expresaba Fernando Savater en un artículo del país, es difícil discrepar.