Que la comarca del Baix Aragó Casp está situada geográficamente en tierra de nadie es un hecho, y me explico.

Ser frontera con una comunidad autónoma como Cataluña, estar a tiro de piedra entre dos provincias como Huesca y Teruel, y ser la comarca más oriental de la provincia de Zaragoza siempre nos ha desfavorecido más que favorecernos. Amén de la particularidad de que somos una comunidad bilingüe, a pesar de algunos.

Desde hace ya algunas décadas vemos cómo las pocas inversiones que se hacen en el territorio, la mayoría de ellas siempre se van a comarcas limítrofes, véanse ejemplos de puertos secos que se abren en localidades vecinas, planes de ayudas como los famosos Miner, Fite, inversiones millonarias en proyectos como motorland, etc.

El discurso político para inyectar y tratar de recuperar empleo y dinamización de la población rural está muy bien hasta que se ejecutan, entonces te das cuenta de que es siempre lo mismo, siempre van esos fondos a los mismos sitios o poblaciones que han sido tocadas con la varita mágica, mientras que otras comarcas nos quedamos con cara de tontos.

Que no se me mal interprete, yo no digo de desvestir a un santo para vestir otro. Lo que hay que hacer es un reparto más justo entre todo el territorio, donde la riqueza y el asentamiento de la población sea por igual.

De nada sirve focalizar las ayudas en cuatro sitios puntuales si los demás se quedan sin ayudas y sin poder de maniobra para poder dar una calidad de vida en condiciones a sus vecinos.

Está muy bien que se mejoren infraestructuras viarias como desdoblar la carretera de Alcañiz, o la A-230 con la eliminación de las curvas de Valdestrecha y mejorar el firme, un eje para unir Caspe y Sariñena muy demandado por la sociedad. Pero de nada sirven estas inversiones millonarias si no las dotamos con un contenido para hacerlas viables, un contenido que a lo largo de su recorrido se llenen de inversiones empresariales que enriquezcan al territorio y que no sirvan solamente para aligerar los desplazamientos de la gente que se va a disfrutar del ocio a las playas más cercanas o a esquiar a la montaña.

Por eso estaría bien que los responsables encargados de repartir las ayudas dejaran de mirarse el ombligo, aplicaran a menudo el sentido común y tratasen de hacer un reparto más justo de las inversiones allá donde verdaderamente hace más falta. Lo agradecíamos inmensamente los vivimos en las tierras de nadie.

Rafael Lumbreras. CHA Caspe