Zaragoza acogió la entrega de los Premios José Mª Forqué, y con ellos, una noche histórica para un Aragón de cine
Sábado 13 de enero. Ocho de la tarde. Refresca bastante en Zaragoza y comienza a llover. Lo hace de forma tímida, como pidiendo permiso para no molestar en una noche que aún no había empezado pero que ya se sabía que iba a ser recordada en Zaragoza y en Aragón para siempre.
Pero lejos de molestar parece que se alinearon los astros para que llegase la lluvia tan necesaria a una noche en la que todo el audiovisual aragonés vivió su momento al ser sede de los XXIII Premios José María Forqué. Y además, -increíble pero cierto- el Real Zaragoza, ganó en casa.
Ocho de la tarde, en el Palacio de Congresos comenzó el desfile de la alfombra roja de rigor que precede a toda entrega de premios. Los Forqué, que otorgan los productores (EGEDA), abren la veda. En unos días tomarán el relevo los críticos con los Feroz, y terminará la Academia en febrero con los Goya.
Decenas y decenas de medios de comunicación, entre ellos, La COMARCA, esperaban a los nominados, invitados y entregadores. De las primeras en pisar la alfombra fue Paula Ortiz, la directora de «La Novia» que celebró «la ventaja de estar en casa». Este verano fue una de las invitadas al Festival Internacional de Cine de Calanda. «De allí salió un proyecto con Guillermo Arriaga, ya he estado en México con él», reflexionaba.
Casi a continuación apareció Luisa Gavasa, su actriz fetiche, Goya por «La Novia» y otra asidua a Calanda, aunque quiere volver con un papel destacado. «Me invitaron a Romper la Hora y no pude y ahora estoy como una niña de tres años con una ilusión tremenda para ver si llega, ya les he dicho que no se olviden», clamó.
Buñuel estuvo muy presente como una especie de hilo conductor latente. No cabe duda que uno de los motivos para traer los Forqué a Aragón es que es la cuna de figuras como la del calandino o el propio Forqué entre otras muchas.
«Es un honor estar en una tierra que ha dado tantas personalidades». Gustavo Salmerón, antes de saber que iba a ganar el premio a Mejor Documental por «Muchos hijos, un mono y un castillo», también se paró a reflexionarlo.
«Algún crítico ha dicho que mi película haría las delicias de Azcona, Berlanga y Buñuel, así que, creo que le gustaría», dijo, a lo que su madre Julita, protagonista de la cinta, titubeó. «Bueno…, igual sí porque le ha gustado a mucha gente. A Almodóvar también», rió. Los Salmerón ganaron y también Isabel Coixet, que protagonizó uno de los grandes momentos junto al equipo de «El Autor» pues ambas películas fueron premiadas como el Mejor Largometraje.
El equipo de El Autor, posando con su premio compartido con La Librería como Mejor Largometraje. / B. Severino
La directora de «La Librería», disfrutó de la estancia. «He hecho algo tan típico como comerme un bocadillo de calamares», aseguró en su paso por la alfombra. Como la última Rompedora de la Hora de Calanda acaba de preparar su artículo para la revista local de la Semana Santa. «Recuerdo el momento como algo muy bonito, mágico, entroncado con el cine,… Es una experiencia mística que creo que todo el que lo vive lo vive con impresión», reflexionó.
Aunque Gavasa espera experimentarlo en algún momento, al menos dos personas más de las presentes sabían de lo que hablaba Coixet. Carlos Saura, que a sus 86 años se paseó por la alfombra con la ilusión de un niño -igual que Gavasa- lo supo en 2008 aunque ya en el 67 grabó los tambores para su película «Peppermint frappé».
«He ido mucho, con y sin Buñuel. Un año Rompí la Hora y me regalaron un tambor… Soy ya de Calanda y cualquier día me veréis por allí, me encanta el Alto, el Bajo y el Medio Aragón», dijo divertido antes de recibir la Medalla de Oro como gran homenajeado.
Seguía sus pasos en la moqueta Verónica Forqué. «Mi padre estaría feliz de saber que hay unos premios con su nombre, con dotación económica y de que se entregan en su ciudad», dijo antes de quedarse pensando al saber que había invitados del Bajo Aragón. «Me ha parecido oír tambores al venir, ¿no saldrán?», espetó. Cierto es, por el Meandro de Ranillas se oyeron tambores pero seguramente de algún ensayo ajeno al evento. Verónica y su hija María también saben lo que sintió Coixet.
Durante hora y media fueron desfilando los protagonistas. Álvaro Cervantes, Hiba Habouk, Aitor Luna, Goya Toledo, Juana Acosta, Julio Médem y un largo etcétera y todos, encantados de salir de la capital.
«Para mí es un sueño que se haga aquí», reconoció Maribel Verdú, nominada a Mejor Actriz (premio que se llevó Nathalie Poza). «¿Qué tiene Aragón? Muchas cosas. Es el sitio donde más películas he rodado, todas mis obras de teatro han pasado por aquí y tengo grandes amigos», añadió.
Encantada también estaba la zaragozana Elena Rivera, que acaba de grabar la nueva temporada de «Cuéntame». «Ojalá viniera a rodar a Aragón. Sé que se está haciendo y cada vez más, tenemos unos escenarios preciosos», comentó acompañada de Pablo Rivero, cuñados en la ficción.
El mismo sentir mostró Miguel Casanova, con ascendencia de Valdealgorfa, pueblo al que siempre acude con sus trabajos. Ya estuvo nominado a los Goya como co-guionista, y estuvo en los Forqué representando a Mod Producciones. «Es genial que sea aquí porque todo el panorama del cine nacional se está mezclando con el aragonés y se intercambian impresiones», dijo. Casanova, que prepara su salto al largometraje, dijo estar «feliz».
Los exconcursantes del OT -que revolucionaron toda la ciudad-, Pilar López de Ayala, Brays Efe, Marián Álvarez y otro largo etcétera de artistas siguieron pasando hasta que el presidente de Aragón, Javier Lambán, cerró la alfombra.
Lo hizo reconociendo que se vivían los Forqué con «júbilo» y a la vez como un acontecimiento «natural» para una tierra de cine. «Hemos tenido un almuerzo muy agradable con Enrique Cerezo, -presidente de EGEDA- y el equipo y les hemos expresado que, desde luego, no hay ciudad más idónea que Zaragoza porque Aragón es cultura, cine, creatividad y confío en que no será la última ocasión».
Desde Zaragoza, los premios se extendieron a todo Aragón. Entre los invitados, estuvo el Centro Buñuel Calanda. «El impulso que está dando DGA a la figura de Buñuel es claro y lo estamos notando mucho», añadió la concejal delegada del CBC, Isabel Barberán.
Cerca, José Ángel Guimerá, celebraba también la gala. El de Castelnou, que dirigió la última edición del Festival de Calanda, acudió como vicepresidente de la Academia de Cine Aragonés (ACA). «Zaragoza será sede de una reunión de academias de cine de España a final de año y seguro que de aquí salen más colaboraciones», dijo.
Como miembro de EGEDA y parte del equipo de Buñuel en el laberinto de las tortugas, estuvo invitado el calandino Javier Espada. «Forqué era aragonés y creo que los premios tenían que estar», comentó. «Se habla mucho de Aragón como tierra de cineastas pero si no se les apoya, al final, tienen que salir. Ojalá de verdad se apoye a la industria porque durante mucho tiempo en Aragón no se ha podido trabajar en grandes producciones», añadió.
La gala fue lo más vistoso de un fin de semana de trabajo para todo el sector audiovisual aragonés y, desde luego, nacional. Precisamente para seguir tejiendo el camino que hagan de Aragón una tierra en la que poder trabajar y desarrollar el sector audiovisual.