Carmen, de 56 años, dejó de hacer turnos de tarde en la fábrica en la que trabaja hace cuatro años, cuando a su madre le diagnosticaron alzhéimer. Por las mañanas ha contratado a una asistenta y por las noches, su padre está pendiente. Ana, de 39 años, enlazó su permiso de maternidad con una excedencia para cuidar de su hijo durante su primer año de vida. Volvió a hacer lo mismo con el segundo, con la diferencia de que nunca se reincorporó a la oficina, sino que cambió a otro empleo que le permitiese conciliar. Durante todo este tiempo, su marido continuó trabajando en la explotación agroganadera familiar. Isabel, de 45 años, no ejerce como enfermera desde que nació su hija hace 15 años. Su esposo es dueño de una granja de terneros. Cristina, de 32 años, se divorció el año pasado y se quedó con la custodia de sus dos hijos. Era ama de casa y ahora busca empleo, aunque no tiene estudios superiores, ni experiencia laboral. Tampoco a nadie que cuide de sus pequeños mientras está fuera.
Carmen, Ana, Isabel y Cristina son nombres ficticios, sus historias no. «Es difícil que una madre soltera, de bajos recursos económicos y, en numerosas ocasiones, víctima de violencia de género, quiera estar en el ojo público», señala Diana García, gestora de proyectos de la Fundación Amasol, que atendió a 95 familias monomarentales en la provincia de Teruel en 2022. Más complicado es que una cuidadora de mediana edad -sobre todo en el medio rural- quiera visibilizar su situación, ya que «tiene asumido ese rol» y para ella «es lo normal», explica, por su parte, Eva Villarroya, presidenta de la Asociación de Mujeres Autosuficientes Sororas Rurales de Alcorisa.
El perfil del cuidador más frecuente es el de una mujer, casada, ama de casa, y con un promedio de edad de 52 años. Entre sus tareas no remuneradas no está únicamente ocuparse de la persona dependiente, sino también otras como hacerle la compra, la comida y limpiarle la casa. Eso, en el caso de que se trate de una persona mayor, con discapacidad o enferma. Sin embargo, la lista sigue creciendo si son los hijos quienes están a su cargo. La única manera de llegar a todo -según atestiguan diversas cifras oficiales- es renunciar a una parte de sus vidas en pro del bienestar de sus familiares. En Aragón, 83.900 mujeres se dedican a las labores del hogar a tiempo completo (frente a 8.400 hombres), 140 han suspendido temporalmente su trabajo por el cuidado de familiares (53 hombres) y el 94% de quienes reducen su jornada por obligaciones familiares son féminas.
El 90% de la población inactiva por labores del hogar
El 90,89% de la población inactiva en Aragón (todas las personas mayores de 16 o más años no clasificadas como ocupadas ni paradas) por labores del hogar son mujeres, de acuerdo con el informe ‘Datos básicos de las mujeres 2022’ publicado por el Instituto Aragonés de Estadística. 83.900 aragonesas son ‘amas de casa’, mientras que solo hay 8.400 aragoneses ‘amos’ de sus hogares. La diferencia entre hombres y mujeres es, sin embargo, mínima en el resto de motivos recogidos en la encuesta de población inactiva: estudiantes (47.100 mujeres, 39.000 hombres), jubilados (111.100 mujeres, 133.100 hombres) e incapacidad permanente (12.500 mujeres, 14.200 hombres).
El 70% en excedencia por cuidado de familiares
El 71,33% de quienes solicitaron excedencias por cuidados de familiares en Aragón en 2022 son mujeres, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Pensiones. De las 1.894 excedencias laborales concedidas, 1.351 corresponden a mujeres y 543 a hombres. La cifra a nivel nacional es muy similar: el 70,15% de quienes suspendieron temporalmente sus trabajos para hacerse cargo de familiares son féminas. Se otorgaron un total de 47.455: 33.290 a mujeres y 14.165 a hombres.
La misma tendencia sigue el dato en la provincia de Teruel, con un 72,53% de las excedencias por cuidados de familiares dadas a mujeres. De los 193 permisos, 140 se confirieron a mujeres y 53 a hombres. Se trata de la única provincia aragonesa en la que han aumentado este tipo de excedencias (un 16,27%), frente a Zaragoza (-1,98%) y Huesca (-0,37%). En el último año, hubo 16 mujeres turolenses más que pidieron el permiso, y 11 hombres más. Por lo tanto, el porcentaje de mujeres con una excedencia ha pasado del 2021 al 2022 de ser del 74,69% al 72,53%; y el de hombres, del 25,30% al 27,46%.
El 94% de quienes reducen su jornada por obligaciones familiares
El 83,7% de la población ocupada en jornada parcial en Aragón son mujeres, de acuerdo con el informe ‘Datos básicos de las mujeres 2022’ publicado por el Instituto Aragonés de Estadística. De este porcentaje de féminas, un 24,4% trabaja menos horas por obligaciones familiares o enfermedad propia. En el caso de los hombres, solo un 1,3% del 16,3% que reduce su jornada laboral lo hace por esta misma razón. Por lo tanto, el 94,57% de los aragoneses que trabajan a jornada parcial por obligaciones familiares o enfermedad propia son mujeres. El resto de motivos, desglosados del porcentaje total, son: formación (6,7% mujeres, 16,3% hombres), no encontrar jornada completa (39,5% mujeres, 8,7% hombres) y no querer jornada completa (6,3% mujeres, 0,7% hombres).
A menos servicios en el medio rural, más sobrecarga
La escasez de servicios básicos en los pueblos hace que las mujeres asuman una sobrecarga de cuidados mayor. «Sin centros de día o residencias para los mayores, o sin guarderías para sus hijos, la conciliación es más difícil», destaca la presidenta de AMAS Rurales de Alcorisa, Eva Villarroya. Los roles de género -hombre como proveedor de recursos y mujer como encargada de los cuidados- están todavía «más marcados» en los entornos rurales. Paradójicamente, cuesta más verlos. «Todas tenemos mujeres cerca, ya sean familiares, amigas o vecinas, que no son conscientes de que siguen un papel asignado por la tradición. En los pueblos, la presión social por cumplir con ciertas obligaciones familiares es incluso mayor, porque todos se conocen. Si no llevan a cabo esas funciones, pueden sentirse hasta fracasadas», explica Villarroya.
AMAS Rurales nació hace poco más de un año para compartir las necesidades que las mujeres, principalmente vecinas de Alcorisa, tienen en el medio rural, así como sus inquietudes. Entre sus actividades, destacan sus propuestas culturales y sus cursos, que tienen como objetivo que las mujeres se replanteen los estereotipos de género con los que conviven. También prestan asesoramiento y apoyo familiar, dentro de sus posibilidades.
Familia monomarental: 117 mujeres atendidas en Teruel
La Fundación Amasol atendió a más de 500 familias con un solo progenitor -la mayoría madres (un 80%)- en Aragón en 2022. En la provincia de Teruel, acompañaron a 95 familias, realizando un itinerario personalizado de inclusión con 42 de ellas. Además, gracias a los programas de empleo del Instituto Aragonés de Empleo (INAEM), atendieron a 22 mujeres más con itinerarios de inserción laboral. Del total de aragonesas que son madres solteras, solo un 2% lo es por elección propia. En el resto de casos, son mujeres que se han quedado con la custodia de sus hijos tras un divorcio.
«La mujer pasa a ser la única persona responsable de los hijos, por lo que la conciliación se vuelve todavía más difícil. En la pandemia, por ejemplo, pese a que los pequeños no podían salir de casa, muchas madres solteras tenían que llevárselos con ellas al supermercado para no dejarlos solos. Era habitual que los demás las abucheasen», cuenta Diana García, gestora de proyectos de la Fundación Amasol. Además, la familia tiene que mantenerse con un único salario, eso en el caso de que la mujer pueda trabajar, ya que a veces debe de elegir entre llevar dinero a casa o quedarse cuidando de sus hijos, ya que carece de una red de apoyo.
«Para poder trabajar en el mismo horario en el que sus hijos están en el colegio, acceden a empleos precarios y con jornadas parciales, por lo que los ingresos son reducidos», detalla García. Por otro lado, muchas de estas mujeres siempre han sido ‘amas de casa’, por lo que se enfrentan al mundo laboral sin experiencia previa, e incluso sin formación. En cuanto a las pensiones económicas que deberían de pasarles los padres de sus hijos, suelen ser bajas e incluso nos les llegan, pese a que los progenitores estén obligados por ley.
La sobrecarga que sufre la mujer hace que sea más proclive a enfermarse, tanto física como mentalmente. La mayoría de las madres solteras, el 80%, son además víctimas de violencia de género.
Aquellas familias monomarentales, monoparentales y reconstituidas de la provincia turolense que quieran ponerse en contacto con Amasol pueden hacerlo a través de la sede de Alcañiz (C/ Mayor, 2 o llamando al 722 25 83 85) o de Teruel (Centro Cultural del Barrio de San Julián. C/ Menas San Julián, 1 o en el 623 372 404). Los vecinos de la provincia de Zaragoza pueden acercarse a la sede ubicada en la capital aragonesa, en el paseo Tierno Galván 8, local 4, o contactar a través del 976 439 714.