Solo con el entusiasmo que pone Pablo Morales (Caspe, 1986) al hablar de sus proyectos ya despierta interés. Vive con la maleta siempre hecha y, aunque él ya daba sus vueltas, sus viajes se han intensificado desde que Carlos Núñez lo fichó en su equipo. Hace años que se conocieron cuando el caspolino recurrió a él para explicarle que quería ser luthier de gaitas y que quería aprender de los mejores. Se encontró con un rotundo «sí» como respuesta de una persona a la que define de «muy amable, emprendedora y siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesita». A Pablo se lo llevó «directamente de la mano a ver a quienes le hacen sus instrumentos». Núñez comenzó a contar con él como músico en sus actuaciones en Aragón, en conciertos en otros territorios y para colaboraciones de producción. Aquellas llamadas puntuales han derivado en la entrada al equipo donde hace las labores de producción con dos personas más y además, también comparte escenario si se tercia.
En Caspe se terció y la noche del 18 de junio no la olvidará Morales, que sigue cumpliendo sueños. «Son la banda sonora de mi vida y tocar con él y su gente es maravilloso y muy fácil. Está todo perfectamente cuadrado, nada se va de tiempo y el ambiente con ellos es estupendo, así que, solo te puedes limitar a disfrutar», sonríe en su taller mientras sostiene algunos instrumentos de Núñez que le han encargado mejorar. «A mí, que no soy nada, me piden que mejore un instrumento con el que ha grabado canciones que me han acompañado toda la vida. Esto impone y a la vez emociona», ríe todavía asombrado.
Morales cayó rendido a la música del gallego cuando tenía 9 años y su abuelo lo llevó a un concierto. Esto le afianzó la idea de seguir dando clase en la escuela de música de Caspe y en el conservatorio de flauta, gaita, guitarra, violín, piano… De múltiples instrumentos e incluso de canto gregoriano. «De crío me hice un cinturón para atar dos o tres flautas e iba todo el día por ahí con eso loco perdido», ríe. Además de impartir clases en Escatrón, forma parte de diferentes agrupaciones, como Lurte o el Coro Ciudad de Caspe y recoge el testigo en EncontrARTE de Javier Garcés, el director. Él fue uno de los que participaron muy activamente en Jesucristo Superstar, el musical que hace unos años revolucionó Caspe.
Su destreza con el dibujo le hizo estudiar Bellas Artes, una carrera donde trabajó a fondo la escultura. De hecho, sigue trabajando el hierro y recorrió parte de Europa con piezas suyas en varias exposiciones. «Un día haciendo una escultura en el torno mientras escuchaba gaitas de fondo pensé en que tenía que construirlas yo mismo», añade. Primero hizo una guitarra eléctrica, más tarde un violín sordo para poder ensayar hasta que probó con un par de flautas, salieron bien y se metió de lleno al mundo de la construcción de gaitas. En su página web y en sus redes sociales como Facebook e Instagram, se puede seguir su trabajo.
Construcción de instrumentos antiguos
Entrar al taller implica una labor de investigación previa, algo con lo que disfruta tanto o más que tallando. Confiesa que, dentro de la música medieval, es un apasionado de lo «más purista», de la que sale de fíbulas o gaitas de lengüeta simple. De la mano de Carlos Núñez recibió el impulso que necesitaba cuando le encomendó que fabricase dos instrumentos que están representados en el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela para rodar un videoclip. «Me puse a ello y aquello de investigar la música desde una piedra o desde un manuscrito me volvió loco, el proceso me encantó», reconoce. «Hay que sacar las medidas y estudiar cómo es la física del sonido de ese instrumento para que suene de verdad», añade. Hizo los dos que le encargaron y que salen en el vídeo del tema «Dum Pater Familias» y continuó.
Ahora tiene toda la colección que aparece en el Pórtico de la Gloria, que son 24 ancianos tocando sus instrumentos. También tiene de los Códices de Alfonso X El Sabio y las Cántigas de Santa María, todo reconstruido desde las miniaturas que aparecen en el libro. Esta colección pudo verse en Caspe durante el Compromiso y la sigue moviendo en exposiciones por España. «Son instrumentos muy raros que el público no conoce y lo merece porque son el origen de todos los que tenemos ahora. Es apasionante», concluye.