El Festival Aragón Negro trajo este lunes hasta a Andorra a Salvador Baena, médico forense del Instituto de Medicina Legal de Aragón. ‘La escena del crimen’ fue la principal cuestión a tratar en este coloquio, en el que se dio a conocer el trabajo que los forenses realizan y su gran implicación dentro de la investigación de un homicidio.
El cine y la televisión han configurado una imagen muy concreta de los 'forenses', pero ¿en qué consiste realmente su trabajo?
Hay que romper con ese mito. Generalmente en la televisión nos relacionan única y exclusivamente con el ámbito de los muertos, pero en España nuestro trabajo con los fallecidos supone en torno al 20% de nuestra actividad profesional. Prácticamente el 80% se hace con personas vivas. Es decir, nosotros estamos sometidos a la autoridad judicial, porque somos funcionarios públicos del Ministerio de Justicia, y es el Juez quien determina lo que tenemos que hacer. Pero hay una parte de nuestro trabajo que sí se relaciona con la investigación criminal, y más concretamente con la escena del crimen, aquella que se dedica en la Ley de Enjuiciamiento criminal especialmente a lo que llama ‘la diligencia del levantamiento del cadáver’.
Digamos pues que se compondría de dos partes diferenciadas...
Exactamente. En la escena del crimen se dan una serie de elementos que hay que investigar por las ciencias forenses y hay un equipo de trabajo que se encarga de ello. Algunos estamos a las órdenes del Juez y otros, como son las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, que aunque dependan del Ministerio del Interior, también están sometidos a las órdenes del Juzgado de Guardia o del Juez de Instrucción que se encargue del asunto.
Una parte se dedica a lo biológico, fundamentalmente al cadáver, y las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado se dedican más a la investigación de aquellas cuestiones que no son propias del cadáver pero que están relacionadas con la escena del crimen.
¿Cómo es la coordinación entre las diferentes partes que intervienen?
Es una coordinación de muchos años. Son equipos policiales enormemente expertos, hablamos de Policía Judicial, Policía Científica, y de grupos de Homicidios que, trabajando junto a nosotros y cada uno haciendo su función, somos como un engranaje que funciona para que todas las pruebas recabadas lleguen a la mesa del Juez Instructor y pueda decidir acerca de las cuestiones que se nos han planteado.
¿Cómo se trabaja en la escena del crimen?
Cuando llega ‘la noticia criminis’ y se recibe la notificación en el Juzgado de Guardia rápidamente se activa el protocolo. Hasta allí se desplazan dos grupos especializados de Policía o de Guardia Civil y el médico forense, que actúa junto con la Comisión Judicial para ir hasta el lugar del crimen y obtener todos los datos acerca de: identificación del cadáver; reconstrucción de los hechos; la data, es decir, cuánto tiempo lleva el sujeto fallecido; y de las circunstancias que han llevado a la muerte. Todo ello para intentar orientar al juez sobre si estamos ante una muerte natural o ante una muerte violenta; y en el segundo caso, si nos orientamos hacia la etiología: la causa accidental, suicida u homicida.
Su trabajo empieza mucho antes de lo que sería la autopsia...
Efectivamente. Ya en esa primera parte al Juez le vamos a ir dando datos -que puedan ser luego confirmados con el elemento probatorio X- que orienten sobre lo ocurrido. No obstante, muchas veces cuando se nos llama ya se está diciendo si es un crimen y, por tanto, un asesinato. Obviamente en este caso la elaboración de medios y el tiempo que se va a pasar en la escena del crimen es mucho mayor. En los homicidios la escena del crimen es, por así decirlo, una fase 0 de la investigación que se tiene que detallar y debemos ser minuciosos.
Es decir, los tiempos varían...
Por supuesto. En ocasiones, cuando ha habido un asesinato, el levantamiento del cadáver y la reconstrucción de los hechos en la escena del crimen tardan días y tenemos que volver varias veces, se precinta el lugar y debemos adoptar medidas para que no acceda nadie. No es una cosa de pocos minutos, se toma con mucha profesionalidad porque ahí nos jugamos que podamos encontrar lo que el criminal ha dejado y lo que se ha llevado. Es lo que llamamos ‘el principio del intercambio’, de esa forma podemos relacionarlo con el lugar de los hechos y además averiguar qué es lo que ha pasado.
¿Cómo ha cambiado la forma de desempeñar su labor con el paso del tiempo?
Ha habido dos cosas que han cambiado sustancialmente en estos últimos 25 años. Yo llevo 32 de forense, por lo tanto las he vivido en primera persona. Por un lado, un gran hallazgo tecnológico y científico es la aparición del ADN en la escena del crimen. El ADN es una prueba biológica a día de hoy irrefutable y que en muchos casos resuelve o ayuda a resolver muchos crímenes.
Por otro lado, no debemos abandonar las pruebas antiguas, pero la tecnología es fundamental. La aparición de medios informáticos, de nuevas técnicas de imagen: fundamentalmente fotografía, fotogrametría, reconstrucción 3D… Nos ayudan a llevarnos la escena del crimen y todos sus elementos incluso a medios informáticos que permitan reconstruir lo ocurrido en el juicio, en el Juzgado de Instrucción… Nosotros, en el Instituto Aragonés de Medicina Legal fuimos pioneros en utilizar hasta drones en la escena del crimen. También hemos utilizado termografía, y una serie de instrumentos que permiten matematizar y objetivar la escena del crimen y los hallazgos.
Todo avanza...
Absolutamente. Aunque a este aspecto hay que ponerle una pega. Los criminales, con los medios de comunicación, con las series televisivas o el acceso a internet han adoptado una conciencia forense. Es decir, son capaces de tener una información que evite que se pueda investigar y por tanto destruyan los elementos probatorios. Por eso la ciencia forense tiene que tomar medidas para seguir avanzando, así como tomar todas las muestras necesarias para que se demuestre adecuadamente la responsabilidad o culpabilidad.
¿De qué manera se trabaja con los medios de comunicación?
Si usted me pregunta como periodista sobre un caso que yo estoy investigando, su obligación es preguntar, y la mía callar, es decir, ocultar, porque cometería incluso hasta un delito si le dijera algo. Ahora, otra cosa es nuestra relación con los medios de comunicación en general, en casos que no estén abiertos y con los que no tengamos relación, entonces hablamos de divulgación, que yo creo que es obligada y adecuada. Los ciudadanos deben saber cuál es nuestra función, que como Funcionarios Públicos es servir al Juzgado, pero también a la ciudadanía. Por tanto, yo creo que es bueno que el afán divulgativo se tenga, pero se debe de tener respeto en cuanto a que la investigación criminal debe ser sigilosa, confidencial y mantenida solo ante la autoridad.
¿Qué opinión tiene sobre la cobertura periodística que se hace respecto a determinados sucesos?
Creo que en muchos casos es una información no contrastada y sin medios de prueba adecuados. Y, sobre todo, demasiado precoz, porque a veces enturbia y contamina los procedimientos y eso no es bueno ni para la persona procesada ni para la víctima. Los tiempos que piden los medios de comunicación, la premura, son distintos a los tiempos judiciales, que son mucho más tardíos. Por ejemplo, el ADN se exige y se pide, pero un laboratorio de ADN a veces tarda meses en darnos los resultados. Yo entiendo que se informe, pero también deben respetarse los tiempos del científico y del profesional.
A la hora de comunicar, ¿los detalles son importantes o pueden ser prescindibles?
Hay que ir caso a caso. Muchas veces se da información sesgada, pero por que no se tiene. Si los propios investigadores no la tenemos difícilmente las va a poder tener el medio. A veces nos queremos hacer una composición de la fotografía teniendo solo dos piezas del puzzle, y el puzzle a veces tiene muchas aristas, recovecos, muchas dimensiones y es muy largo de generar.
Muchas profesiones tienen un alto grado de implicación personal. En su caso, ¿cómo maneja esta cuestión?
Sería poco humano por mi parte decir que no empatizo con las víctimas y que no me afecta emocionalmente. Pero esa afectación no puede generar un menoscabo en mi profesionalidad. Creo que hay situaciones en las que determinadas tragedias o dramas personales que hemos podido vivir nos pueden afectar, pero la sociedad también tendría que saber es que si hay algo consustancial a vida es la muerte. Muchas veces nos enfrentamos a la muerte como un tributo y un rendimiento respecto a que nuestra profesión sea, sin duda, la última ayuda que la víctima nos solicita, porque además de forenses somos médicos y servimos a la Justicia.
Ha acudido a Andorra, que no olvida el triple crimen. ¿Es importante saber que la Justicia sigue ahí por los cauces que debiera hacerlo?
Sí. Yo no he tenido que ver tan siquiera tangencialmente con este caso, pero es importante que la ciudadanía de Teruel y de la comarca sepa que detrás de cualquier investigación hay unos profesionales que día a día están realizando su actividad, que están solo y exclusivamente al servicio de la Justicia y que quieren y saben hacer las cosas adecuadamente. Entiendo la presión social, de los ciudadanos, y también los dramas personales, pero vuelvo a insistir en esa situación, teniendo en cuenta la penosidad que ha tenido que sufrir esta comarca con los últimos crímenes.
Su visita tiene cabida dentro del marco del Festival Aragón Negro, ¿qué hay de cierto y qué no en lo que nos muestran las series, películas y novelas respecto a los crímenes que se cometen?
La primera cuestión que debemos concretar -y le agradezco la pregunta- es que la realidad siempre supera la ficción. La mente creativa, deformativa, y absolutamente fantasiosa e imaginativa de cualquier literato o guionista de cine sería incapaz de superar lo que en nuestra trayectoria profesional hemos visto.
Segundo punto: es reseñable la exigencia que hace la sociedad y los medios de comunicación para resolver un crimen en 40 minutos, que es lo que dura una serie o lo que nos cuesta buscar en Internet cualquier asunto. Ese tiempo no es el que nosotros manejamos. Por lo tanto, en muchas cosas nos ha ayudado, pero en otras nos ha entorpecido, ya que la sociedad va a demandar que resolvamos esa situación en lo que dura una serie de televisión, y nada más lejos de la realidad.