Habían pasado 8 años desde que San Antonio no se dejaba ver por Mirambel. Lo hizo este sábado con la recuperación de la Sanantonada, considerada como la «joya del Maestrazgo», el único carnaval tradicional rural que perdura en la provincia de Teruel, en el cual se representa el triunfo del Santo sobre las tentaciones. Organizada por la Asociación Cultural de Mirambel, en colaboración con el Ayuntamiento y la institución comarcal, las calles se volvieron el escenario perfecto de los míticos episodios de la vida de San Antonio. «Estamos muy contentos porque hemos conseguido reunir a todos los actores después de tanto tiempo. Hay mucha ilusión después de dos meses ensayando con mucho esfuerzo», destacó Marian Ferrer, integrante de la Junta de la Asociación Cultural.
18 artistas en representación de sus personajes junto a tederos, apuntadores etc., conforman un equipo de en torno a 25-30 personas que se vuelcan con la celebración de la Sanantonada. Todos proceden de Mirambel, algunos residen en el pueblo, pero otros estudian o trabajan fuera. Se enorgullecen de seguir participando en las tradiciones más emblemáticas de su pueblo. «Asumen el esfuerzo de subir a ensayar e implicarse en todo lo que necesario, los demonios van a por la leña, montan la barraca, todos se implican en lo que haga falta», destaca Ferrer. La pandemia frenó la celebración– la última vez que se realizó fue en 2015-, que normalmente se realiza cada tres años. Este año la festividad por fin regresó, y lo hizo con fuerza. «No ha costado mucho movilizar a la gente», tal y como destacan desde la Asociación Cultural. «Todo el mundo lo estaba deseando».
Tal como marca la tradición carnavalesca, durante el día se procedió a la recogida de la leña para la barraca donde arderá el santo. Ya por la tarde se realizó el reparto de las típicas coquetas en la Plaza del estudio, donde se concentraron más de 200 personas que se unieron a la comitiva hacia la iglesia. Allí, en la puerta el párroco aguardaba para proceder a la bendición de los animales. Posteriormente la comitiva se dirigió al escenario habilitado en la plaza Nicolás Ferrer, frente a la gran barraca, donde San Antonio acabó quemándose en la hoguera tras la representación central de la renuncia a las diferentes tentaciones, encarnadas por los emblemáticos personajes. El fuego pudo tocar el cielo por unos instantes, alcanzando el auge de esta fiesta popular. No faltó el episodio de la siembra y ajuste de los peones.
Horas antes del acto central programado para las 20.00, en el ambiente se podía respirar los nervios y la ilusión. Dentro de las dependencias de las antiguas escuelas de la localidad, actual sede de la Asociación Cultural, había un gran alboroto. San Antonio, los demonios, la botarga, la agostera, el payaso, el señorito, el ángel y el resto de los míticos personajes ultimaban los detalles para la representación teatral. Tras ellos se encuentran personas comprometidas con su pueblo, Mirambel. También con sus valores y tradiciones, cuya pervivencia aseguran. Muchos de ellos encarnan su personaje desde hace años. Es el caso del mismo San Antonio, encarnado por novena vez por Javier Ferrer. «Hacer la obra es un privilegio. El reto es que la gente esté contenta con lo que has hecho», explica.
Aunque por motivos profesionales reside en Castellón, no ha dejado de atender los compromisos para con su pueblo, al que considera «su casa». «Yo siempre digo que duermo en Castellón. Vivo en Castellón por mi trabajo, pero nunca me he ido de Mirambel y nunca me iré», enfatiza. Manifiesta una gran alegría por ver la implicación que despierta esta arraigada tradición. «Realizando los personajes somos 18 personas, más toda la gente que colabora alrededor, estamos hablando de unas 35 personas, de un pueblo de 130 habitantes. La participación es digna de alabar y ejemplo para muchos sitios».
El arraigo es evidente, pero también el relevo generacional. Entre los 7 artistas que representan a los demonios, con sus característicos trajes coloridos, Marcos y Javier Lou, padre e hijo, lo confirman. «Lo hemos hecho muchas veces, algún día nos tocará dejarlo para que nuestros hijos hagan este papel. Hay muchos niños en el pueblo que tienen ilusión», explica Marcos. Ser parte de la Sanantonada «es un orgullo para toda la familia», asegura su hijo Javier. «Yo vivo en Castellón y desde que tengo uso de razón estoy aquí los fines de semana y verano. Es importante que esto no se pierda, por eso es necesario coger el relevo. Cada vez somos más jóvenes y eso es bueno. Entre amigos todo es perfecto», asegura.
Con mucho ingenio, humor y una dosis de sorpresa el personaje del pastor introdujo la actualidad en escena, en su misión principal de entretener al público. Las energías renovables, las pujas políticas o la relación entre los pueblos vecinos se han colado de por medio. «Yo tengo que entretener a la gente y si es posible hacera reír y esto no es fácil. Tienen que ser chistes actuales y de la zona, alguno político de por medio. Cada año intentamos ser originales», explica Camilo Marín, quien encarna este querido personaje por séptima vez.
En el papel de Payaso, una especie de presentador de la obra, está Noelia Domingo que lleva desde los 11 años participando en la Sanantonada, con diferentes personajes. «Empecé haciendo el papel de ángel y desde entonces siempre participo, es la tercera vez que hago de Payaso. Es una tradición que une a mayores y a jóvenes, y eso es especial», destaca. Como ellos, todos sus compañeros artistas destacan el compromiso y el amor por esta tradición.
Guiones y trajes
Los guiones en los que se basa el rito carnavalesco documentado desde 1415 proceden de un libro guardado en la iglesia, ya desaparecido. «Hay personas que tenían los textos apuntados en una libreta escrita a mano y otros estaban pasados a maquina de escribir. Se han ido guardado a través de los años…Lo digitalizamos y conformamos este guion, que es el que utilizamos», explican desde la Asociación Cultural. El carnaval tradicional no ha dejado de celebrarse desde la Edad Media, incluso durante el transcurso de la Guerra Civil, con 600 años de antigüedad.
Sobre los trajes típicos explican que año tras año han sido guardados en las casas. Hace unos años casi todos se han renovado por unos nuevos ya que la mayoría estaban «muy deteriorados», siempre conservando «su esencia». No obstante, algún atuendo sigue utilizando «como herencia del abuelo». El paso de los años también ha supuesto mejoras técnicas a la hora de montar la representación, contando con sonido profesional y luces, costeadas por el Ayuntamiento. En los gastos también colabora la Comarca del Maestrazgo a través de una partida de subvenciones para las asociaciones culturales.
«Documentar para preservar»
Esta edición de la Sanantonada ha sido especial, puesto que queda documentada para evitar que sus antiguas tradiciones se diluyan con el paso del tiempo. La Comarca del Maestrazgo se ha ocupado de registrarla en vídeo, dejando constancia para la posteridad de todas sus singularidades y, al mismo tiempo, divulgándola como uno de los más valiosos ejemplos del patrimonio inmaterial comarcal. «Mucha gente se ha acercado a Mirambel a pasar el día, estamos encantados. Después de 8 años ha sido un gran éxito. Hemos contado con público de todos los pueblos vecinos y los segundos residentes. Es una seña de identidad y un patrimonio que no debemos perder», destacó la alcaldesa Mari Carmen Soler.