¿A qué responde este libro y qué relación tiene con otros anteriores como por ejemplo ‘El cambio ya está aquí. 50 películas para entender la Transición Española’ que publicó en 2019?
Si hablamos en términos audiovisuales, podemos decir que los anteriores son ‘spin-offs’. Este es el principal, el germen del que nace todo lo demás que se ha publicado previamente y donde toma sentido todo el contexto porque el marco es mucho más amplio.
Todo esto es fruto de su tesis doctoral. Son unos cuantos años de investigación.
Camino de diez con sus pausas y sus tiempos porque la tesis se leyó en 2019 y la deposité un año antes. He hecho más cosas pero sí, durante todo este tiempo ha estado de fondo esta investigación. Aunque siga investigando por otros caminos creo que mi vínculo será largo porque no había nada publicado.
¿Por qué eligió la Tercera Vía en el cine español como tema de la tesis?
Porque no había material. Iba a tratar el cine español pero había que acotar. Tampoco quería irme muy lejos en el tiempo, porque una de las cosas que experimenté cuando publicamos el libro de ‘Fermín Galán. La película de la sublevación de Jaca’ es que hay menos material porque no se conserva. Una época que siempre me ha llamado mucho la atención son los 70, el tardofranquismo… Me di cuenta de que de esta tendencia de Tercera Vía no había nada, no había un estudio serio que la recogiera. Así como sí se habían trabajado directores de películas que en esa época habían destacado, en esta tendencia en concreto no estaban trabajadas. Me lancé también por el vínculo con la historia. El enfoque que le quería dar era vincular el cine con todo lo que estaba sucediendo y por eso lo he llamado ‘Espejo de un país en transición’.
¿Si no hubiese existido esa Tercera Vía, nos hubiera llegado otro relato? ¿Refleja mejor lo que estaba sucediendo en ese momento?
Hay una cosa que he descubierto que me parece muy importante y creo que es una de las razones que ya de por sí le dan importancia al tema, y es que se apuesta por una tercera vía y reafirma el hecho de que existe una transición cultural antes que política. La transición no empieza a partir del 75 con el cambio político. Culturalmente ya habían empezado a cambiar las cosas mucho antes incluso en los 60. La Tercera Vía es la punta de lanza de todas esas tendencias más renovadoras y ya el nombre dice mucho, es elegir un camino intermedio. Es decir, ni nos vamos a los productos más exquisitos de Carlos Saura o Víctor Erice con sus metáforas, ni nos vamos a las ‘comedietas’ de Lazaga, Ozores, o del Landismo. La clase media española acababa de aparecer en los 60 y quería divertirse pero al mismo tiempo verse reflejada en las películas y ese punto intermedio no estaba cubierto.
Y ahí aparece un nombre propio.
Era un nicho que vio claro José Luis Dibildos. Cubrió el camino intermedio y en el ámbito político también se apostó por ello. Ya fue Agustín Sánchez-Vidal de los primeros que dijo que la Tercera Vía de Dibildos anticipó lo que iba a ser el camino que después iba a tomar la política española. Es muy curioso porque Dibildos era un productor con ideas más de derechas pero en su equipo tenía a mucha gente que militaba en el Partido Comunista o simpatizaba con él, como Roberto Bodegas, José Sacristán, Mª Luisa San José… Mucha gente y eso hizo que en algunos momentos se tratase de tildar la corriente de izquierdas, pero siempre decían lo mismo: ¡si es que la cabeza es de derechas! Ya estaban en ese centrismo.
Además tanto actores como directores iban y venía a esas “comedietas”.
Eran artesanos del cine en el sentido de que después de una película iba otra, era su profesión. La primera entrevista que hice fue a José Sacristán y me decía que podía haber sido carpintero o electricista pero fue actor. No le atraía el estrellato, le gustaba interpretar y le daba igual si era en teatro, cine o televisión para ganarse la vida.
El éxito de estas películas de la Tercera Vía también se reflejó en taquilla, según detalla en el libro.
Funcionaban bien porque la gente se sentía identificada. Un Alfredo Landa que se iba a perseguir a las suecas hacía gracia pero las películas que hablaban a esta nueva clase media de su realidad eran las de Tercera Vía porque trataban problemas del día a día. Hablaban de multinacionales que llegan para cambiar la empresa o del pluriempleo. De la realidad.
¿Cómo ha sido esta investigación? Hay muchísimas fuentes recogidas.
Las entrevistas han sido fundamentales y la mayoría de personas han sido muy accesibles. Han aportado mucho y por eso ha salido el libro. Ha sido fundamental el Archivo General de la Administración (AGA) con todos los expedientes de censura, guiones y los documentos de administración burocrática. Aunque de Tercera Vía no había nada escrito, los libros han sido importantes, así como revistas y las críticas; y Filmoteca Española, por supuesto. Me ha gustado ir rellenando el puzle aportando por diferentes fuentes. En una estancia que hice en Birmingham consulté todo lo que había salido y vi que no había llegado prácticamente nada fuera. Son muy pocas las revistas extranjeras en las que he encontrado referencia a alguna película. Han sido tantos años porque también ha sido un rastreo tratando de buscar en todos los lados. He buscado casi debajo de las piedras.
¿Cree que una especie de Tercera Vía que estamos viviendo ahora es el cine hecho por mujeres que nos aporta esa visión de la mitad de la humanidad que nos faltaba?
Sí, y se están haciendo cosas bastante diferentes. Me parece muy valiente ‘Cerdita’, que de repente nos lleva a otro género diferente. Así que sí, las mujeres podemos hacer lo que nos dé la gana. La mujer está abriendo una vía y es muy importante. Algo que he rastreado en el libro es cuanta participación femenina había y era la que era en ese momento: mínima en este y en todos los sectores. Las cosas han ido cambiando y encontramos a mujeres. Toda investigación tiene una mirada poliédrica y es otra vía de la que tirar.
¿Y el despertar del medio rural como escenarios de rodaje unido a la descentralización de la industria qué le parece?
La mayoría de estas películas de la época tenían un radio cercano de Madrid y alrededores. España no solo es Madrid, Barcelona o incluso Zaragoza, hay muchas realidades por todos sitios. Sobre la Transición cada persona tiene un relato diferente empezando por dónde vive o por su tipo de familia. Cuanto más haya para complementar, mucho mejor, y si hay más películas que no están en Madrid, mejor porque España es así. Se está poniendo más el foco en el mundo rural con la España despoblada y queda mucho por hacer pero más quedaba hace unos años. Todo ayuda tanto al territorio como al ámbito audiovisual con la creación de ese tejido que tiene que acabar de arrancar pero que es importante. Es fundamental este tipo de rodajes.
Primero llegó el bikini a Benidorm
Luego el la la la de la de joan manuel serrat y la Masiel . Y el remate la revolucion de los claveles en Portugal. Y a partir de ahí.. lo demás…