La vía de administración de una vacuna puede resultar decisiva. Numerosos estudios están en marcha en todo el mundo para explorar qué se gana cuando se cambia el pinchazo en el brazo por una inhalación por la nariz.
Un trabajo dirigido por el investigador alcañizano Nacho Aguiló, perteneciente al Grupo de Genética de Micobacterias de la Universidad de Zaragoza, Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón y CIBER de Enfermedades Respiratorias (CIBERES), describe que administrar por vía respiratoria la centenaria vacuna de la tuberculosis actualmente en uso, BCG, aumenta de manera sustancial su eficacia. Pero lo más interesante es que «hemos encontrado un mecanismo nuevo, e inesperado, que puede explicar el porqué de esta mejor eficacia y, por tanto, nos puede permitir identificar nuevos marcadores de protección no explorados anteriormente», explica. El trabajo ha sido publicado en la prestigiosa revista «Science Immunology».
Respirar una vacuna
A su ritmo, los ratones de este experimento fueron respirando la vacuna, depositada en su nariz en forma de gotitas. «En estos animales, es la manera más sencilla de alcanzar el pulmón –indica el inmunólogo alcañizano–. Sin embargo, si queremos trasladar esta vía de administración a humanos, se debería hacer por aerosol, que es la manera más eficiente de alcanzar los pulmones». Cuando la vacuna BCG se administra con una inyección debajo de la piel, como se hace actualmente, «la vacuna no llega a los pulmones y, por tanto, no puede interaccionar directamente con las células pulmonares y entrenarlas».
Los macrófagos no olvidan
Las «armas» con las que el sistema inmunitario lucha contra los patógenos en los pulmones no son las mismas que, por ejemplo, en el intestino, en la piel o en la sangre. En las vías respiratorias residen unas células del sistema inmunitario llamadas macrófagos alveolares, que «son muy importantes en la protección frente a patógenos respiratorios».
Son la primera línea de defensa y forman parte del sistema inmune innato, el que traemos «de serie», y «el cual hasta hace bien poco, solo unos años, se pensaba que no tenía memoria inmunológica y que, por lo tanto, no podía ser entrenado por vacunas para combatir una infección posterior». Por eso, desde que aparecieron, las vacunas se han centrado en entrenar a los anticuerpos, los delanteros del sistema inmune adaptativo.
En este trabajo, «demostramos por primera vez que los macrófagos alveolares en particular pueden ser entrenados mediante una vacuna usada en clínica como es la BCG, y que este entrenamiento les da la capacidad de responder de manera más eficiente ante una infección posterior con tuberculosis», destaca. Y no solo eso, sino que, como los macrófagos alveolares son capaces de reconocer múltiples tipos de microorganismos, «hemos visto que también protegen frente a la infección por neumococo, que nada tiene que ver con la infección por tuberculosis». Esto abre la puerta a vacunas que protejan frente a varias patologías infecciosas respiratorias al mismo tiempo. Pero, eso sí, siempre que se cambie la vía de administración. «Es crucial, hemos visto que la vacuna debe ser administrada por vía respiratoria para que entre en contacto directamente con los macrófagos alveolares y pueda entrenarlos», declara.
Cambiar del brazo a la nariz no es algo sencillo. «El mero hecho de desarrollar una nueva vía de inoculación hace que haya que empezar el proceso de desarrollo de la vacuna desde el principio, independientemente de que, en el caso de BCG, la vacuna en sí tenga cien años –señala Aguiló–. Cambiar de ruta implicaría un nuevo proceso de formulación industrial y nuevos ensayos clínicos de seguridad y eficacia». Esto se traduce «en muchos años de trabajo y, sobre todo, en muchos millones de euros».
Su equipo de Unizar ya trabaja en el laboratorio para estudiar la seguridad y eficacia de administrar por vía respiratoria MTB-VAC, la nueva vacuna contra la tuberculosis que desarrollan desde hace dos décadas. A comienzos del año que viene, tienen previsto poner en marcha un experimento en primates no humanos. Se llevará a cabo en un centro especializado en Holanda y consiste en administrarles MTBVAC por aerosol y ver la protección conseguida frente a tuberculosis. Dada la cercanía de esta especie animal con la nuestra, Aguiló cree que «este experimento resultará clave para establecer el potencial real de esta vía de administración de vacunas de tuberculosis de cara a un posible uso en el futuro».
Es muy agradable y satisfactorio ver los éxitos que alcanza este joven investigador, merece mi felicitación y respeto por su importante y constante carrera de éxitos.
Felicitación que también hago a toda su familia.
Seguro que cualquier chupatintas «mueve papeles», de la DGA gana el doble que esté zagal.
Ya no es que gane mas o gane menos,es que algunas personas son inteligentes y trabajadoras y otras solo utilizan su cabeza para llevar pelo y trabajar lo menos posible…
hojala le dejen llegar lejos muchos exitos