Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) es un reconocido periodista y fotógrafo especialista en conflictos bélicos. Con el paso de las décadas ha recorrido más de 100 países y ha vivido en carnes propias multitud de conflictos por todo el mundo. Esta semana ha estado en el Bajo Aragón para presentar la exposición ‘Visiones Saharauis’ en Caspe y para participar en las jornadas de Memoria Democrática en Alcañiz. Habla sobre su visita al territorio y sobre el conflicto ruso-ucraniano.
En primer lugar, hablemos de sus recientes visitas al territorio, la primera fue el pasado martes a Caspe. Vino para presentar su exposición fotográfica ‘Visiones Saharauis’. ¿Qué puede comentarnos sobre ella?
Es un trabajo que realicé en los territorios liberados por los saharauis y en sus campamentos de refugiados durante unos días que estuve allí hace unos tres o cuatro años. Lo hice en varios viajes. Los marroquíes me impidieron llegar hasta las zonas ocupadas y finalmente me centré en dar una visión sobre los graves problemas que los saharauis tienen desde hace cuatro décadas. Viven en un olvido permanente. Las imágenes están protagonizadas por mutilados víctimas de minas antipersonas, familiares desaparecidos, niños con discapacidades físicas y psicológicas… También hice algunas imágenes de las zonas liberadas por el frente Polisario.
En total se pueden ver unas 30 imágenes…
Sí. Es una exposición bastante grande pero sin llegar a ser inmensa. Seleccionamos 30 fotografías porque es una cantidad que permite que sea una exposición de tamaño intermedio. Creo que también es importante que este tipo de exposiciones puedan llegar a otros lugares como puede ser Caspe, más allá de las ciudades más céntricas.
Aparte de Caspe, usted también ha estado esta misma semana en Alcañiz…
Ha sido una coincidencia que el Ayuntamiento de Caspe me haya invitado a presentar esta exposición y que el de Alcañiz me haya llamado también para participar en unas jornadas que están haciendo sobre memoria democrática. Además, también he venido para explicar en el instituto lo que significa trabajar en zonas de conflicto y como las guerras acaban aprisionando a las personas durante décadas. Las consecuencias siguen pagándose mucho tiempo después. Les puede dar una idea de lo que está ocurriendo en Ucrania y todas las consecuencias que ello va a tener. Bombarbeos, tres millones de refugiados, ataques deliberados contra la libertad de prensa, etc.
Habla de la guerra de Ucrania. Como profesional en este tipo de conflictos, cuéntenos…. ¿Cuál es su visión sobre todo lo que está ocurriendo allí?
La verdad es que no me gusta hablar de conflictos en los que no estoy presente. Ahora estoy trabajando en un proyecto que quiero presentar el año que viene: ‘Vidas minadas: 25 años’. Acabo de regresar de Mozambique y si todo va bien la semana que viene me voy a Angola. No me gusta hablar de sitios que no conozco personalmente porque en este oficio ya hay demasiada gente que son especialistas de todo lo que pasa en el mundo porque han leído un par de artículos. Yo prefiero ver las cosas sobre el terreno y luego analizarlas. Dicho esto, evidentemente estamos ante un conflicto armado y peligroso para la estabilidad europea. Ojalá se paren pronto los combates, se encuentre la solución diplomática al conflicto y se ponga fin a los bombardeos salvajes que se están dando.
Era un conflicto que se podía prever viendo los pasos de Putin.
Parece que los europeos nos hemos enterado ahora, pero allí hay guerra desde 2014. Esta ya se había cobrado la vida de decenas de miles de personas. La situación se ha ido radicalizando y ha habido un espíritu muy agresivo por parte de Putin que se ha puesto de manifiesto con la invasión. Pero, por otra parte, también ha habido un pasotismo bastante sorprendente por parte de las potencias europeas que deberían haber buscado una solución antes. Esto ya no es posible, no se puede dar marcha atrás y las consecuencias son terribles. Lo que tiene que ocurrir ahora es buscar una solución con presiones a Putin por parte de sus aliados y que consiga un acuerdo internacional que permita terminar con el conflicto ucraniano.
Cuenta con una dilatada experiencia con este tipo de conflictos a lo largo de las décadas. ¿Tiene alguna vivencia que le recuerde especialmente a esta?
Por supuesto. Yo trabajé durante una década en los Balcanes y evidentemente aquella guerra se parece mucho a esta. El ejército federal no aceptó la independencia de alguna de las repúblicas de la antigua Yugoslavia y desató una guerra en Eslovenia en 1991 que duró 10 días. Luego se inició otra en Croacia que duró seis meses y que fue brutal y dejó muchísimos muertos. Posteriormente estalló la de Bosnia, que duró cuatro años, y aún hubo otras dos: la de Kosovo y otra en Macedona. Esto se parece mucho a lo que ocurrió entonces donde una fuerte potencia como era Yugoslavia vio como alguna de sus repúblicas quería independizarse.
Ya por terminar, a niveles periodísticos quiero preguntarle por la situación actual de los reporteros y fotógrafos de guerra.
Hace muchos años que los medios de comunicación españoles maltratan a los freelance, que son la mayoría de los que están trabajando en estas zonas de conflicto. Suele haber poco interés por la información internacional. Me temo que si esta guerra se aleja en el tiempo el número de periodistas desplegados se va a reducir y se va a hacer el trabajo a través de estos freelance que normalmente tienen muchas dificultades: van poco resguardados, sin seguros de vida… Los medios de comunicación casi siempre maltratan a los periodistas y ya no solamente a nivel económico sino también en el moral y ético.