La Universidad de Zaragoza, junto al Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón, ha impulsado un cuestionario dirigido a los más jóvenes para conocer su percepción de riesgo respecto a la pandemia que atravesamos. Alejandra Aguilar, investigadora y alcañizana, pide la participación de los adolescentes del Bajo Aragón Histórico para que el mundo rural se vea representado en este estudio pionero.
¿Cuál es el objeto de estudio?
Lo que queremos analizar es el impacto y la percepción de riesgo que ha tenido la covid-19 en los adolescentes españoles. Hemos recogido ya una serie de respuestas de jóvenes de Zaragoza y nos gustaría también poder contar con los jóvenes que viven en un entorno más rural, como pueden ser los pueblos del Bajo Aragón.
Piden colaboración, ¿a quién va dirigido?
Esta investigación consiste en someter a los jóvenes a una serie de preguntas. Nos interesa la respuesta de adolescentes entre 12 y 18 años. Les pasamos un cuestionario online, pero los padres o tutores legales tienen que estar al inicio presentes para permitirles participar.
¿Qué cuestiones se abordan?
Analizamos bastantes cosas. Les preguntamos sobre los conocimientos que tienen sobre la covid-19, las actitudes, la percepción de riesgo y las prácticas. Todo ello a través de preguntas muy sencillas como ‘¿Con qué frecuencias te lavas las manos?’. Después analizamos dinámicas familiares, variables psicológicas como habilidades sociales, planificación, toma de decisiones, autoestima… y también cuestiones como tolerancia a la frustración. Son unas 30 preguntas en total a través de las que queremos conocer qué necesidades tienen los adolescentes españoles ante esta pandemia. Últimamente los estamos acusando de las prácticas de riesgo que pueden llevar a cabo, pero no todo el mundo se comporta así. Además tenemos que entender que cuando alguien -sea joven o adulto- practica una conducta de riesgo no es una decisión individual, sino que está influenciado por el conjunto de la sociedad: familia, grupo de amigos, colegio, universidad, etc. Queremos analizar qué está pasando con esos adolescentes y qué están haciendo según sus influencias.
Cuestionario online, ¿hasta cuándo se puede participar?
En principio cerraremos el cuestionario a finales de año. Yo animo a participar porque al fin y al cabo cuando lanzamos este tipo de propuestas se mueven por Zaragoza o en las capitales. Entonces sería muy interesante obtener una representatividad de las zonas más rurales de Aragón.
¿Plantean que haya habido un cambio de percepción o haya variado a lo largo de estos ocho meses de pandemia?
Esto es súper interesante porque está claro que la percepción sobre la pandemia ha cambiado y está cambiado casi cada semana porque aparecen noticias nuevas, las cifras varían, las leyes también están modificándose… Como el cuestionario lo estamos lanzamos ahora finalmente lo que se recoja corresponderá a los últimos tres meses de este año 2020. Estos serán los datos que tendremos, pero sabemos que es una cuestión muy variable.
En estos meses se han lanzado muchas campañas de concienciación frente al covid, ¿consideran que han sido las adecuadas para llegar a los jóvenes?
Lo cierto es que ese es un tema muy complicado. En parte sí y en parte no. Lo que sí nos hemos dado cuenta es que no se les ha dado la importancia que verdaderamente tienen. Parece que los hemos culpabilizado, les hemos dado mucha responsabilidad y no nos hemos puesto a observar sus necesidades. Vale que no sean una población de riesgo pero la adolescencia supone el final de la infancia, una de las etapas más difíciles de la vida por todos los cambios que esa persona experimenta. Tenemos que cuidarlos muchísimo, al igual que cuidamos a nuestros mayores. Si tenemos en cuenta todo esto creo que deberíamos haberles dado más importancia.
¿El estudio también aborda cómo se han adaptado a las circunstancias a través de medios como las redes sociales?
Hay algunas preguntas sobre habilidades sociales y ahí sí les preguntamos el contacto que han podido mantener con sus amigos, aunque haya sido de esta manera, en la distancia. Se recoge, porque el contacto social es necesario, y las redes sociales tienen ese doble filo: nos mantienen conectados pero a la vez esa distancia que no pueden vencer pasa factura.
Hay que tener en cuenta que los jóvenes sufrieron de forma total el confinamiento, con clases suspendidas y la mayoría viviendo en el domicilio familiar…
Exactamente. Todas esas dinámicas en las que estaban envueltos se vieron frenadas por completo, y eso al final tendrá sus consecuencias a largo plazo. El perder toda la parte de contacto con sus compañeros en el Instituto, por ejemplo, es muy difícil, es súper duro. Por eso queremos recoger estas cuestiones, para analizarlas y ver sus necesidades.
¿A qué se aplicarán los resultados de este estudio?
Serían aplicables en la creación de programas o intervenciones que busquen responder directamente a esas necesidades que tienen los adolescentes. Analizando las investigaciones que hay hasta la fecha, casi todas se hacen a mayores de 18 años, población adulta. Otra vez dejamos de lado a los jóvenes. Por un lado estamos diciendo que tienen mucha importancia en esta epidemia pero por otro los estamos descuidando un poco.
Lo que queremos es arrojar evidencia científica a esa parte del conocimiento en la que aún no tenemos. En esto he de decir que somos pioneras porque a nivel nacional e internacional todavía no se han realizado investigaciones de este tipo hasta la fecha. Estamos muy contentas de que esté en marcha y personalmente animo a todos los jóvenes a participar porque será un beneficio para ellos, para la sociedad en general y también para la ciencia.