La familia Riba Orenga es una de las más colaborativas de la capital del Matarraña y viven Semana Santa con especial ilusión. Alberto es la primera generación que hace casi 4 décadas empezó a tocar el tambor. Sus hijos Penélope y Andrés siguieron desde muy pequeños sus pasos. Alberto contaba con 11 años cuando empezó a ensayar con su primer tambor. Recuerda su paso por la cofradía de los más pequeños para pasar a formar parte del grupo de cornetas. Posteriormente estuvo varios años tocando el tradicional redoble de Valderrobres junto a José Miguel Sanz. «Fueron unos años en los que se creó una gran afición. Francisco Gil fue uno de los que más animó a la participación. Subía también el conocido como Pepinero de Alcañiz y todos nos quedábamos obnubilados viendo cómo tocaba», recuerda Riba.
En 1991 se fundó la Hermandad del Cristo Crucificado de Valderrobres, conocidos como «los amarillos» y Alberto fue uno de esos primeros integrantes que estrenaron el grupo. Actualmente ha vuelto al grupo de los más jóvenes para guiar tanto con sus hijos como con otros vecinos de menor edad. «Además de hacer de guía de los más jóvenes es también la oportunidad de poder salir a tocar junto a mis hijos», explica Alberto. En su caso siempre ha tocado el tambor.

En el caso del más joven de la familia, Andrés, tiene muy claro que lo suyo es el bombo. Empezó a tocar cuando tenía 4 años y actualmente tiene 16. «Tengo mucha afición siempre me ha gustado tocar y vi muy claro que me gustaba el bombo. Además son momentos en los que lo pasas muy bien con los amigos y con la familia», explica Andrés. A sus 19 años Penélope, la hija mayor de la segunda generación de tamborileros, participa dentro de la Dolorosa. «Desde pequeña vi siempre a mi padre tocando el tambor y por ello quise participar activamente desde siempre», explica.
Todos ellos esperan con gran espectación y no ocultan su alegría porque Valderrobres acoja en 2029 las Jornadas Nacionales de Exaltación del Tambor y Bombo. De hecho la participación valderrobrese en Tobarra fue histórica y asistieron más de 60 personas. Una de ellas fue Penélope. Alberto asistió, años antes, a varias jornadas nacionales. «Tenemos muchas ganas de que nuestro municipio sea la localidad anfitriona, es una manera de conocer otros tipos de toques de tambor», explica. Durante todos estos días familia Riba Orenga asisten a los ensayos. La Rompida es el momento preferido por Andrés y Penélope. En el caso del padre de familia reconoce vivir con especial emoción la procesión del Santo Entierro del viernes Santo por la noche. «Sigo sintiendo mucha emoción e incluso nervios porque me parece un momento muy solemne y sobrecogedor», añade Alberto.