Ignacio Micolau Adell (Torre del Compte, 1956), se acaba de jubilar a sus 64 años después de casi 40 años dedicado a la defensa de la cultura de Alcañiz en todas sus vertientes. Ha sido el archivero, bibliotecario y técnico de Cultura del Ayuntamiento, unas categorías que abarcan mucho más. A los nueve años dejó su Torre del Compte natal para estudiar el Bachillerato en Alcañiz y después se marchó a Barcelona para licenciarse en Historia. Finalizado el servicio militar, a finales de 1981, comenzó a trabajar en el servicio de Cultura alcañizano. Ha sido uno de los más beligerantes defensores del Bajo Aragón Histórico, sus infraestructuras e identidad propia dentro de Aragón. El año pasado recibió de manos de los Reyes la medalla de la Orden del Mérito Civil en reconocimiento de su compromiso personal y contribución social.
Lleva menos de un mes jubilado, ¿el confinamiento ha aplazado sus planes?
Ha sido una especie de entretenimiento de cómo organizar mi vida en casa (risas).
¿Qué piensa hacer con el tiempo libre?
Soy, sobre todo, lector así que tendré más tiempo para leer y también para mi otra afición, el cine. Si se tercia, escribir. Además, en breve voy a ser abuelo y la familia y los amigos son un activo que un jubilado puede cultivar más.
¿Tiene algo en la cabeza para escribir?
Lo que he escrito casi siempre ha tenido que ver con la historia del Bajo Aragón. Temas locales y, como mucho, regionales.
¿Qué le viene a la cabeza cuando echa la vista atrás a los últimos 40 años?
He tenido la suerte de trabajar en una profesión muy variada, tocar muchos palos dentro del área de Cultura como la Biblioteca. Tuve la suerte de impulsar la apertura de la primera en marzo del 82 y, 25 años después, la del Palacio Ardid, digna de Alcañiz y comparable con la de ciudades más grandes. He trabajado también en temas del archivo municipal y promoción cultural. Fundamentalmente, impulsando las artes escénicas como el teatro, la música y la danza; y exposiciones en diferentes salas. Cuando llegué tan solo se organizaban muestras en el patio del Ayuntamiento, después pasaron a la primera planta de la Lonja y a partir del 98 se habilitó el antiguo depósito de aguas del Cuartelillo convirtiéndolo en una magnífica sala con cuatro espacios muy dignos para acoger exposiciones de mediano e incluso gran formato.
¿Se ha sentido apoyado?
He tenido la suerte de trabajar con diferentes corporaciones municipales que siempre han tenido mucho interés en la promoción cultural de la ciudad y con un magnífico grupo de compañeros. Sin ellos no se podría haber hecho todo esto. Desde abrir una Biblioteca de cero a contar ahora con más de 50.000 volúmenes y casi 10.000 películas. En estos años se habrán hecho más de 1.000 propuestas escénicas de teatro, música y danza. Alcañiz ha tenido la suerte de contar con un Teatro, inaugurado en 1890, que el Ayuntamiento adquirió a finales de los 70 y rehabilitó en 1998. Le ha dado una magnífica vida a la ciudad y además las corporaciones apostaron por construir otro equipamiento que dobló sus butacas pasando de las 320 del Teatro a las casi 900 personas que puede acoger el Anfiteatro. Todo esto ayudó para que se mirara a Alcañiz para acoger la Muestra Aragonesa de Música y Danza que se celebró durante 11 años. Los grupos aragoneses presentaban sus propuestas para que los programadores, concejales de Cultura y profesores de extraescolares las conocieran y les contrataran. Había años que venían más de 200, los hosteleros aún se acuerdan.
Luis Gil le definió como un «intelectual azoriniano».
(Risas) Es una opinión cariñosa del catedrático de Filología Latina de la Universidad de Madrid con el que he tenido la suerte de coincidir en los cursos de humanismo. Debió pensar que mi afición por la lectura, por pasear y preocuparme de la vida cultural local y comarcal me acercaba a ese tipo de personales que figuran en la literatura del 98.
¿En la sociedad actual se entiende la figura del hombre humanista?
El interés por las humanidades y la cultura no pasará de moda. Son, parafraseando la canción Resistiré, ‘como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie’. Perdurarán porque forman parte indisoluble de lo humano. Pueden decaer pero no lo harán del todo. Sin la cultura en el sentido más amplio el confinamiento habría sido un infierno y con ella lo ha sido menos.
Regresemos a los inicios, ¿cómo llegó al área de Cultura de Alcañiz?
Fue a finales del 81 a petición del alcalde José María Pascual para intervenir primero en el Archivo municipal. Con mi primer contrato se vio que la tarea no terminaba y se pensó en crear un área en la que se marcó la tarea cultural de la ciudad. Primero tuve un contrato temporal y después el Ayuntamiento convocó la plaza y se fueron encadenando mis cometidos para ir ampliando el trabajo en función de la estructura de la ciudad. Alcañiz ya tenía un Teatro pero no Biblioteca y el Archivo no estaba puesto al día. Luego fueron surgiendo más objetivos. Desde el área de Cultura se procuraba colaborar con la proyección del patrimonio histórico. Yo mismo y mis compañeros, Teresa Thomson por ejemplo, hemos estado en la lucha para la rehabilitación de los monumentos. El último, la Torre Gótica. Hubo antes otras como la rehabilitación del Teatro, la Iglesia del Castillo, las pinturas…. En el caso del Teatro, Teresa Sancho ha sido una persona clave al pie del cañón.
¿Cómo fue impulsar la cultura en la sociedad de principios de los 80?
Alcañiz tenía una cierta tradición de teatro con grupos locales y compañías que venían de fuera en los 50 y 60. Su mayor déficit era que no tenía Biblioteca y Museo, lo que aún queda pendiente. El trabajo cultural en los últimos años del franquismo no era continuo, había actividades en las patronales pero no una estructura fija. En 1989 se celebró ‘100 años de pintura en Alcañiz’ mostrando el espectacular interés en el arte de una ciudad pequeña. Personas clave que influyeron en ello fueron los Sierra, Enrique Trullenque, Álvaro Lombarte, Raimundo San Nicolás, Joaquin Escuder, Garcia Rueda… Había una tradición en las artes plásticas pero pocos medios económicos y de infraestructuras. Las exposiciones se celebraban durante las patronales en los colegios y en el patio del Ayuntamiento. La primera rehabilitación de la Lonja fue para instalar una Biblioteca en la planta baja y una sala en la primera hasta que en 1998 se dispuso del antiguo depósito en el Cuartelillo. En los 80 había mucho por hacer y era muy ilusionante ir avanzando.
Ha trabajado con muchas corporaciones, ¿siempre ha estado cómodo?
He trabajado muy a gusto con todos pero destacaría a José María Pascual, que es con quién empecé y estuve bastantes años. En cada legislatura, hasta que vino la crisis, se hacían avances en infraestructuras y actividades.
¿Qué supuso para Alcañiz la creación de la primera Biblioteca?
Las biblioteca son la columna vertebral de la cultura de las ciudades porque es una infraestructura que tiene una actividad cultural de primer orden, tanto la formación de los jóvenes como en el uso y disfrute de los ciudadanos. Abre de lunes a sábado con una oferta que combina el papel con lo digital con su amplia oferta de libros y audiovisuales. También es un espacio de sociabilidad, para el estudio y para la gente mayor que quiere estar al día de la prensa. Esta oferta podría ser mayor si las instituciones supramunicipales como DGA y el Ministerio de Cultura se implicaran más. Con su trabajo diario y silencioso a veces no se piensa en las bibliotecas pero siempre están ahí.
¿Son conscientes los alcañizanos de que tienen un archivo?
Sí porque la historia en Alcañiz está muy presente en la ciudad. La totalidad de las publicaciones de su historia forzosamente tienen que beber de las fuentes que están en el archivo y en el fondo antiguo de la Biblioteca. Hubo que reconstruirlo porque al no contar con Biblioteca hasta el 82 no se disponía de este espacio. Gracias a generosas donaciones como la de la biblioteca de Taboada y otras adquisiciones que se han ido haciendo convierten a la Biblioteca en el espacio que seguramente atesora más libros de Alcañiz y el Bajo Aragón. Parece lógico pero que hubo que reconstruir todo desde el principio.
También impulsó la Oficina de Turismo.
En los 80 no tenía espacio propio y se atendía a los turistas, que venían sobre todo en Semana Santa, desde la Biblioteca. Después se habilitó una sala más profesional y más tarde se trasladó donde está ahora la heladería del Mercado. El objetivo fue habilitar los bajos de la Lonja para permitir el acceso a lo que ya se sabía que eran los pasadizos y atender a los turistas. Desde Cultura también se editaron los primeros folletos.
Formó parte de la mejora del Teatro.
Fue un proyecto que dirigió Luis Ángel Moreno y Jose Fernando Murria a lo largo de los noventa. Arrancó con su centenario en 1990.
¿Qué le falta a la ciudad?
Uno de los principales retos que se abordará en los próximos años es el del museo. La rehabilitación de la Lonja va en esa dirección.
Es de Torre del Compte, ¿cómo ve la producción cultural del Matarraña?
Como nunca la ha habido. La actividad de la Asociación Cultural del Matarraña es altísima y el número de escritores en nuestra lengua ha aumentado en los últimos años. Desde Teresa Jasá y Desideri Lombarte hasta otros mas jóvenes como Susana Antolín, Carles Terés, Luis Rajadel, Juli Micolau…
¿Le preocupa la pervivencia de la lengua?
Me preocupa, evidentemente. Es fundamental para su conservación que la variante del catalán que se habla en Aragón se estudie en las escuelas como actualmente. A los jóvenes les permite conocer el estándar de su lengua para escribirlo correctamente. Todo son ventajas porque les abre una ventana de oportunidades en Cataluña.
Fue uno de los fundadores del periódico La COMARCA, ¿con qué objetivos?
Esta gran comarca del Bajo Aragón no tenía un medio de comunicación que fuera el altavoz de lo que aquí se hacía ya que la prensa regional y provincial no atendía suficientemente nuestra realidad. Estábamos Trullenque, Álvaro Lombarte, Carlos Muñoz…Pasaron muchos periodistas y directores de los que destaco a Ramón Mur porque le dio un gran impulso. Poco a poco se fue profesionalizando hasta ahora, que es un conglomerado de medios. Es lo que diferencia al Bajo Aragón de otras zonas, tener un grupo de comunicación tan importante.
¿Cómo ve la cultura del Bajo Aragón Histórico y su futuro?
Bien, todas las comarcas tienen sus bibliotecas e iniciativas culturales importantes. Caspe es una ciudad muy activa, en el Bajo Martín el Centro de Estudios realiza una gran labor y Andorra construyó un teatro y tiene el Centro de Estudios que dirige Javier Alquezar de forma magnífica. En el Matarraña, Valderrobres y Calaceite rivalizan en actividades enfocadas hacia el turismo cultural realizando una gran labor; y Manuel Siurana lleva a cabo un gran trabajo al frente de la Fundación Valderrobres Patrimonial. Si se continúa con esta línea y se mejoran las infraestructuras no tiene que decaer una vida cultural que, además, se puede apoyar en veteranos como Caballú, Mur, los de Viles i Gents o yo mismo.
¿Cómo percibe el papel del territorio dentro de Aragón?
El aislamiento ha sido uno de los problemas de nuestra zona. Por aquí no pasaron los grandes ejes de comunicación aunque lo intentaron casi todos los políticos y los regeracionistas que se preocuparon a finales del siglo XIX y principios del XX. Si todo esto se puede ir corrigiendo como sería deseable creo que el Bajo Aragón tiene la posibilidad de mantener su población. No obstante, para eso es necesaria la A-68, que no se retrase el Hospital y que la reindustrialización de Andorra sea una realidad en pocos años.
FRANCISCO JAVIER AGUIRRE GONZÁLEZ dice
Más de medio centenar de profesionales de las bibliotecas aragonesas, encabezados por el director de la biblioteca de la Universidad de Zaragoza, Ramón Abad, así como representantes del mundo universitario, entre los que destacan los catedráticos bajoaragoneses Eloy Fernández Clemente y Julián Casanova, han solicitado al ayuntamiento de Alcañiz que se denomine con el nombre de IGNACIO MICOLAU la biblioteca pública municipal de la ciudad, en atención a los méritos contraídos por el entrevistado en el ámbito bibliotecario, además de los que se recogen en las líneas precedentes.
Mario Sasot Escuer dice
Una propuesta muy acertada, Javier
Carlos Muñoz Piquer dice
Una iniciativa feliz que espero que prospere. Sería bonito ver el nombre de Ignacio en la entrada de nuestra biblioteca.
Antonio Martín Costea dice
Que disfrutes una larga y fructífera jubilación, Ignacio. Bien merecido lo tienes. Saludos
Santiago Palet dice
Saludos para Ignacio Micolau.